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Benjamin Lebeau
Alma Blaquier
Can you save my busted soul? |Libre|
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Can you save my busted soul? |Libre|
Muñecas. Esos artilugios de plástico, con una cabeza, dos brazos y dos piernas. Noventa, sesenta, noventa, las medidas perfectas. Creadas para entretener a las niñas pequeñas, muñecas que tenían una vida perfecta. Cirujana. Veterinaria. Surfera. Deportista. Pediatra. Profesora. Muñecas multifacéticas, las cuales intentaban romper el mito de que las rubias no eran tontas. Al parecer, la del anuncio que estaba viendo, tenía una casa-furgoneta. Verde. Con microondas y todo. Me estiré en el sillón, en el cual se encontraba esparcigada, y ladeé la cabeza hacia la derecha. ¿Qué le veían las niñas a esas muñecas, más conocidas como Barbies? Por no tener, no tenían ni pezones. Ni vagina. Ni ombligo. Era publicidad engañosa. Las niñas, con aquellas muñecas, no aprenderían nada de anatomía. Y si pasábamos al Ken la liábamos. Ante todo cabía destacar el pequeño detalle de que no tenía pene. Normal que no necesitara ponerse calzoncillos. Y encima tenían unos abdominales bastantes pronunciados, abdominales que solo se veían en las más falsas de las películas. Normal que las mujeres crearan expectativas tan grandes respecto a los hombres. Y viceversa. Era fácil encontrarse con jóvenes sumergidas en el mundo de Mía y de Ana. Una lástima, la verdad.
Cansada de ver solo publicidad, apagué el televisor, para después lanzar el mando por los aires. Una caída más no le haría daño. Cerré los ojos, suspirando, desde aquella posición.¿Qué estaba haciendo esa noche en casa sola? Mi madre se había ido a una cena de trabajo y yo en casa...Tabaco. Chasqueé la lengua, un tanto fastidiada. No me quedaba tabaco, ni un mísero cigarro. Abrí los ojos de golpe, el silencio de la casa la estaba amargando cada segundo más que el anterior. Y volví a suspirar, esta vez más fuerte que la vez pasada. Adoraba estar sola, para era uno de los mayores placeres del mundo, pero no aquel día.
Como si de un rayo se tratase, me levanté del sillón, dirigiéndome rápidamente hacia la cocina. Alcé la ceja, apoyándome contra el umbral de la puerta, observando la sucia cocina desde aquella posición. Con paso lento me dirigí hacia la nevera, abriéndola de par en par. Al no ver algo que me apeteciese decidí ir a dar una vuelta, me daba igual que fuese de noche. Lo necesitaba. A continuación me puse la chaqueta de cuero negra, tan típica de mi y salí de casa comprobando que tenía las llaves. Sin saber a donde ir seguí caminando sin rumbo hasta que llegué a un parque. Enseguida visualicé un banco y fui hacia el para sentarme a continuación. Miré a mi alrededor disfrutando de una suave brisa de aire fresco tocar mi rostro. Aquello estaba totalmente vacío y apenas había muy buena iluminación por lo que decidí relajarme y que pasara el tiempo.
Cansada de ver solo publicidad, apagué el televisor, para después lanzar el mando por los aires. Una caída más no le haría daño. Cerré los ojos, suspirando, desde aquella posición.¿Qué estaba haciendo esa noche en casa sola? Mi madre se había ido a una cena de trabajo y yo en casa...Tabaco. Chasqueé la lengua, un tanto fastidiada. No me quedaba tabaco, ni un mísero cigarro. Abrí los ojos de golpe, el silencio de la casa la estaba amargando cada segundo más que el anterior. Y volví a suspirar, esta vez más fuerte que la vez pasada. Adoraba estar sola, para era uno de los mayores placeres del mundo, pero no aquel día.
Como si de un rayo se tratase, me levanté del sillón, dirigiéndome rápidamente hacia la cocina. Alcé la ceja, apoyándome contra el umbral de la puerta, observando la sucia cocina desde aquella posición. Con paso lento me dirigí hacia la nevera, abriéndola de par en par. Al no ver algo que me apeteciese decidí ir a dar una vuelta, me daba igual que fuese de noche. Lo necesitaba. A continuación me puse la chaqueta de cuero negra, tan típica de mi y salí de casa comprobando que tenía las llaves. Sin saber a donde ir seguí caminando sin rumbo hasta que llegué a un parque. Enseguida visualicé un banco y fui hacia el para sentarme a continuación. Miré a mi alrededor disfrutando de una suave brisa de aire fresco tocar mi rostro. Aquello estaba totalmente vacío y apenas había muy buena iluminación por lo que decidí relajarme y que pasara el tiempo.
Sara Hawthorne Larsson- Avatar : Kaya Scodelario
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