Pasado de Ben- Arrás, Francia, 1793 (Alma y Arlette)

-No nos persigue nadie, frena un poco- me quejé según observaba al muchacho que trotaba montado en su caballo por delante de mi. Corría el año 1793 y yo todavía era humano, de hecho estaba hasta fatigado después de la velocidad a la que me había hecho ir mi hermano para poder alcanzarle.

Cara hermano Ben:

Por suerte me hizo caso y vi como iba frenando con esa sonrisa burlona que tanto odiaba. Mi hermano era la típica persona a la que todo le salía bien y era bueno en todo, tenía unos 26 años y la gran diferencia entre nosotros (aparte de que me a mi me sobraban en esa época un par de kilos y de la edad ya que yo tenía apenas 17 años) es que él no dejaba de ser un hijo segundón sin grandes expectativas de futuro mientras que yo me iba a casar en un par de meses con mi prima, heredando así su pequeña fortuna. Deberíamos odiarnos tal vez por todas esas diferencias, pero lo cierto es que éramos como uña y carne.

-Eres un quejoso- se burló mi hermano en un francés tal vez algo anticuado mientras ambos nos bajábamos de los caballos. Habíamos llegado a una pradera que no estaba demasiado lejos de nuestras casa. Y no sabía él pero yo necesitaba ese descanso y mi caballo también.- Vamos...-dije simplemente mientras tomaba bien las riendas de mi caballo y tiraba un poco de él para que comenzáramos a andar.

Ropajes de Ben y su hermano:

vestimenta de Alma:

Luego de esa "conversación" con Arlette en la que no había llegado a ninguna conclusión, me fui a caminar por el bosque. No tenía un rumbo definido y mis pensamientos iban un poco aquí y allá pasando de la noche extraña que habíamos pasado a las palabras que había tenido con Ben por la noche, el cruce con Gus en el pasillo antes de entrar a la habitación.
Lo que más me inquietaba era no tener en claro si este había sido simplemente un día más o si acabábamos de llegar a un punto límite en la relación de los 4. Era raro... porque en el fondo siempre sentía que eran ellos 3, y luego yo... como un agregado necesario.... habían compartido tantas cosas, tenían tanta historia que jamás estaría a la altura, por mucho que amara a Ben, me costaba dejar de pensarme como una nota al pie en la historia que venían escribiendo. Y tampoco era culpa suya, eran mis propias condenadas inseguridades. Lo tenía claro y por eso me arrepentía del momento en el que había intentando "conversar" con Arlette... sólo tenía que dejar de ser tan insegura cuando se trataba de ellos 3 y empezar a disfrutar más de esta "familia" que de alguna manera me había ganado y que, en un punto, era la única que tenía.

Estaba totalmente distraída caminando un poco perdiéndome por el bosque, siguiendo quizá algún rastro sin mucha conciencia cuando sentí una fuerte presión hacia atrás... como si una fuerza infinita me succionara hacia atrás pero sin moverme ni un segundo del sitio. Cuando acabó estaba en un bosque, pero diferente... a lo lejos, a unos metros pero perfectamente a mi vista había dos tíos bajándose de unos caballos. Sentí una tos detrás, era Arlette.
-Pero qué demonios!.- dijo ofuscada porque se había caído allí sentada. Yo no me había caído pero tampoco entendía nada. -Ey!...- dije extendiéndole mi mano para ayudarla a que se pusiera de pie. -Dime que tienes alguna idea sobre lo que acaba de ocurrir...- le dije arrugando el ceño sin alarmarme todavía (fiel a mi habitual manera de tomarme las cosas) pero realmente confundida.

Miré a mi caballo por un instante y fue entonces cuando reparé en unas figuras que estaban unos metros más allá. No era difícil verlas, más que nada porque era imposible que pasaran desapercibidas teniendo en cuenta que unas de las figuras llevaba puesto algo de un amarillo pollo que destacaba a kilómetros a distancia.

Me fijé con más detalle y cuál fue mi sorpresa al reconocer a Arlette. ¿Pero qué...?. Le pasé a mi hermano las riendas de mi caballo y me acerqué con cierta rapidez, él me seguía algunos pasos más atrás pero las chicas parecían estar tan metidas en lo suyo que no repararon demasiado en nosotros hasta que llegamos- ¿Arlette? ¿Pero qué...? ¿Estas bien? ¿Se puede saber que llevas puesto?- murmuré desconcertado pero con un toque de preocupación en la voz que no pude evitar mientras la tomaba de las manos y la apartaba ligeramente de la desconocida con la que se encontraba. Como la hubiese hecho algo...

Mi hermano se incorporó enseguida a nosotros tirando de ambos caballos y su cara no era mucho mejor que la mía al ver los ropajes de las chicas- ¿Estas herida?- le preguntó a Arlette enseguida mirando con cierta desconfianza a la chica que iba vestida de amarillo pollo. Últimamente las revueltas contra los nobles estaban a la orden del día así que había que tener cuidado, y no era raro de pensar que a nuestra prima la hubiese podido pasar algo, más si la veíamos en ese estado y con esa cara de espanto que tenía de golpe, sobre todo cuando miraba a mi hermano. De golpe parecía que no podía apartar la mirada de él, como si hubiese visto un condenado fantasma. ¿Qué la pasaba?.

Ben, era Ben... más ¿jóven? y con un atuendo de época... no dije nada, no podía hablar. Arlette estaba más muda todavía. "Dónde demonios estamos?! dije mentalmente especulando con que Arlette no hubiera perdido sus "poderes". "Arrás, estamos en Arrás... y Ben está vivo" me respondió y casi me da algo porque de pronto como si milquinientos caballos galoparan alrededor mío empecé a sentir los latidos de su corazón... era la sensación más extraña del mundo.
Arlette no respondía y cada vez me miraban peor. -Joder Arlette, responde.- dije en un susurro. El otro chico me miró un poco con recelo y otro poco con curiosidad... pero Arlette no decía nada, no dejaba de mirarlo como si estuviera en un hechizo. Ben insistió ya tomándola del brazo y apartándola de mí mientras me miraba con desconfianza. -Estoy bien.- dijo al fin. -Es una amiga, le han robado y también a mí, se llevaron nuestros vestidos...- dijo mirándose avergonzada en una actuación que sonó convincente. Claramente habíamos viajado en el tiempo, no estaba mal no levantar sospechas. No dije nada, no sabia si podía darles mi apellido o qué, eran nobles, no? Ya veía que me sacaban de allí a los empujones. -Su nombre es Alma, Blaquier, su familia es pariente de los Polignac.- agregó como si ese apellido dijera mucho, y ya sacudiéndose con dignidad y acercándose a ayudarme un poco al tiempo que se iba saliendo de la "custodia" de Ben. -Podríais tener un poco más de cortesía...- dijo como "retándolos" un poco y yo negué sin hacerme cargo de ese reto pero asumí que sería alguien importante así que resolví seguirle el juego a Arlette mientras iba un poco mirando a Ben de reojo, no salía de mi curiosidad.

Sobra decir que aquellas palabras cambiaron todo. Ni si quiera procesamos del todo el hecho de que les habían robado cuando fue mencionado el apellido de los Polignac. Era una familia muy conocida por toda la nobleza de la época. ¿En serio era pariente de ellos? Los ojos de ambos fueron hacía la muchacha de nuevo aunque esta vez sin tanta hostilidad, más bien era una mirada evaluadora. De hecho ahora que la veía bien… tal vez ese amarillo que llevaba no fuese tan “pollo”, ¿no?
 
Ambos nos inclinamos levemente perfectamente sincronizados en un pequeño intento de “arreglar” las cosas, pero fue mi hermano el primero en tomar la palabra- Disculpe a mi hermano, es joven y muy impulsivo. – dijo cortésmente mientras yo tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no atravesarle con mi mirada o hacer alguna mueca. Yo no había sido el único que no había sido cortés… Pero bueno estaba visto que siempre era más fácil echarle las culpas a los jóvenes, parecía que así se resolvía todo.- No era mi intención ofenderla- le dije a Alma con educación casi automáticamente y por cumplir mientras ya me incorporaba. –Acepte mis disculpas… Soy Benjamin Lebeau y esté es mi hermano Sebastian Lebeau, con nosotros ya no corréis peligro- nos presenté sin decir mucho más, si tan amiga era de Arlette ya sabría lo básico de que era mi prometida y demás, no la debería sorprender que mi primer impulso hubiese sido preocuparme por ella, ¿no?.
 
Me alejé un instante para tomar de nuevo las riendas de mi caballo y aproveché que estaba cerca de mi hermano para hablar con él por un momento entre susurros- Deberíamos llevarlas a casa- dije enseguida- Espero que estés bromeando, no vamos a meter a una Polignac en nuestra casa- soltó mi hermano enseguida, éramos muy cuidadosos con eso de meter a gente en casa por cosas que ahora mismo no vienen al caso- No podemos dejar que mi prometida vaya por ahí en… bueno así- dije sin saber ni como definir las pintas que llevaban ambas. No era ropa normal pero tampoco parecía ropa interior, ¿no?- ¿Sabes lo que pensará la gente si nos ven entrar en casa con dos muchachas en ropa interior?- siguió mi hermano entre susurros. Yo iba a decir que no parecía ropa interior precisamente, pero me contuve- No se enterarán- insistí- Y tendremos cuidado-dije por eso de meterlas en casa, sobre todo a la Polignac.- Sabes que no podemos dejarlas solas-insistí porque ni de broma quería dejar a Arlette por ahí sola tras haber sido robada por algún bandalo. Sabía que mi hermano cedería, había algunos contras pero en aquella época estaba demasiado arraigado eso de que los hombres debían proteger a las mujeres así que al final acabo asintiendo.

-Muy bien, permitidnos acompañaros a nuestra casa, no está lejos de aquí y podréis tomar algo caliente para que se os vaya el susto del cuerpo-dijo mi hermano ya en voz alta dirigiéndose a ellas.

Arlette dijo eso dijo eso y pareció ser suficiente porque la actitud de Ben y de ¡su hermano! Cambiaron al instante. Volví a mirar al tal Sebastian un segundo cuando le echo la culpa a Ben, sonreí levemente sin de ir de todos modos demasiado... No estaba segura de nada ahora mismo y hablar podía traerme más de una complicación, mi francés no era precisamente del siglo XVIII y les sonaría totalmente extraño... Con suerte esos tales Polignac eran de otra zona y se creían de verdad que era una suerte de extranjera en apuros.
Volví a mirar a Ben con más detenimiento, era más joven y joder... Era otro! Es que había aceptado las culpas que le había echado su hermano sin protestar y ahora escuchar su tono tan serio, tan distante... Era rarísimo. Enseguida repare en Arlette, por esos años era su prometido así que tampoco sabía muy bien qu esperarme de ellos... -Esto está entre las cosas más inquietantes que me han pasado en la vida... No sé ni cómo sentirme.- le confíe en un susurro olvidando por un rato todos los líos que teníamos a medio resolver, de pronto Fell's Church quedaba realmente lejos. -Yo tampoco.- dijo con una pequeña sonrisa encogiéndose de hombros. -Pero si ahora no soy tu persona favorita espera encontrarte con la Arlette de esta época.. me atajó un poco entre sonriente y preocupada. -En este instante eres mi persona favorita en todo el mundo, espero que lo sepas. Joder, más vale que tengas idea de cómo vas a hacer para que salgamos de esta, porque cualquiera menos ingenuo que estos dos se dará cuenta que no soy quien dices que soy... dije cuando ya escuchaba a Ben soltar eso, parecía que habían acabado de deliberar. -Ojalá hubiera estudiado un poco de historia! Por cierto, como nos subimos a esos... Caballos... mire un poco despectiva. No sería fácil que nos aceptarán siendo vampiros. -Sígueme la corriente, tú y yo vamos en ese... dijo sonriendo y señalando al de Sebastian, antes de acercarse a ellos dos.

Lo que siguió fue lo más disparatado que me había pasado en la vida. Fue misión imposible lo de volver a subirse a los caballos, menos que menos con las chicas. ¿Qué les pasaba? ¿Se habían vuelto locos de pronto? Por más que acaricié a mi caballo no conseguí tranquilizarle y mi hermano no tuvo mucho mejor suerte, de hecho diría que él se encontraba hasta avergonzado por el hecho de que todo hubiese ocurrido para más mala suerte ante mujeres.

- Lo siento mucho, creo que nos tocará caminar, no queda lejos de aquí de todas formas -se disculpó mi hermano cuando ya pareció obvio que iba a ser misión imposible lo de lograr que los caballos se calmasen.

Sujetamos la rienda de los caballos y comenzamos todos a caminar. Me moría de ganas de acribillar a Arlette a preguntas. ¿Dónde diablos había ido sola con esa amiga suya tan rara? ¿Cómo les habían robado? ¿Estaba realmente bien? Pero no sería de buena educación hacerlo con su amiga al lado así que no me quedó más remedio que permanecer con la boca cerrada a su lado. Bueno a su lado precisamente no, para colmo la notaba bastante rara conmigo como si me quisiese esquivar, mucho más de lo normal a decir verdad.

No pasó mucho rato antes de que nuestra "casa" se empezará a divisar en el horizonte. Era un castillo que desde algunas generaciones había pertenecido a mi familia. Muchas de las habitaciones estaban cerradas y sin apenas decoración pero eso nadie lo sabía, solos los tres individuos que vivíamos allí y el servicio. Las salas abiertas a los invitados o donde recibíamos visita derrochaban riquezas, bonita decoración y buen mobiliario así que en realidad no estaba nada mal. No éramos pobres, obviamente, pero es verdad que no era el mejor momento de nuestra familia, si las anteriores generaciones de Lebeau no hubiesen desperdiciado tanto el dinero tal vez sería otra historia.

Château :

Un mozo se acercó enseguida, hizo una torpe inclinación hacía las chicas y tras darnos la bienvenida se apresuró a llevarse a los caballos con él. Mucho mejor así, apenas alejarse me sentí más tranquilo, con tanto relincho me estaba empezando hasta a doler la cabeza.

-Siento todo lo sucedido hoy, no sé que les podía pasar- escuché que iba diciendo mi hermano mientras y íbamos hacía la escalinata de la entrada. Yo le tendí el brazo a Arlette como solía hacer y no me pasó inadvertido como me lo miró con cierta renitencia antes de suspirar y apoyar de una vez su mano sobre mi brazo para comenzar a subir las escaleras. Observé como mi hermano cortésmente hacía lo mismo con nuestra invitada según uno de nuestros hombres del servicio se apresuraba a abrir la puerta de la entrada según íbamos subiendo.

Cómo era de esperarse los caballos no se controlaron ni un poco y me dió un poco de gracia que se hicieran cargo del problema como si fuera de ellos la culpa de no poder dominarlos ni un poco. Ya estaba cansada de ir así en silencio, pero igual tuve que aguantarme mil kilómetros hasta que al final se empezó a divisar la casa de Ben. Era un castillo lo que me dió algo de ternura, sabía poco de su historia familiar... bueno, quizá hasta demasiado para lo que se sabría sobre los Lebeau en aquella época... que habían tenido que deshacerse de muchas de sus cosas y que intentaban fingir que tenían una mejor posición de la que en verdad tenían. Esos minutos de caminata se me hicieron eternos, ni siquiera sabía qué tan raro les sonaría mi francés... pero luego resolví que se suponia que mi familia no era de la zona asi que no era tan raro que tuviese otra forma de hablar, no? En fin, no tenía opción...

Un mozo se llevó los caballos y enseguida empezamos a subir las escaleras de la entrada. -Es muy bonito.- dije con una sonrisa sincera mirando a su hermano que era el que en algún modo "me escoltaba". Arlette iba intentando no mostrarse demasiado cercana a Ben pero ya estaba empezando a pensar que Ben se daría cuenta, apenas pudiera acercarme un poco. -Me apena estar así, quisiera tener un mejor vestido... Podré mandarlo traer?.- dije ya mirando un poco a Arlette para que me dijera que tan improbable era eso. -Tardará mucho desde tu casa y además tu familia va a preocuparse y les juré que te cuidaría... es más fácil que consiga yo algunos vestidos, mi familia está más cerca.- me dijo con una sonrisa y asentí enseguida. Los chicos nos miraron un poco más calmos, quizá el tono de Arlette los tranquilizó un poco o no sé, pero el caso es que entramos por fín en un salón de recepción de lo más hermoso.

Mi hermano se excuso un segundo saliendo de la sala para ir a arreglar las cosas con el servicio como cada vez que teníamos invitados... Y mi prima antes de darme cuenta puso también pies en polvorosa diciendo que iba a avisar a un criado para que fuera lo antes posible a su casa para lo de los vestidos. Yo la miré con cierto pánico mientras salía por la puerta.

No.me.podia.estar.pasando.esto. ¿Estaba loca? ¿De qué iba a hablar yo con su amiga desconocida? Jamás había sido demasiado hablador y hoy en día menos que menos con una desconocida, y muchísimo menos si era chica. Habría estado en contadas ocasiones solo con una chica. Carraspeé ligeramente y la hice un pequeño ademán con la mano para que tomara asiento si quería- No sabía que los Polignac estaban emparentados con los Blaquier...-dije intentando sonar cortés por no decir claramente que jamás había escuchado hablar de los Blaquier...- ¿Eres su sobrina? ¿o...?- dije en un intento de que no permaneciéramos en un silencio incomodo y para intentar saber la procedencia real de aquella muchacha.

Arlette y Sebastián nos dejaron solos y me dió pánico empezar a hablar o algo con Ben. Tomé el asiento que me ofrecía lo más cortésmente que pude y escuché lo que decía. Era a-bu-rri-dí-si-mo... no veía el momento de salir de este viaje en el tiempo o lo que demonios fuera para contarle a Ben lo pesado que me caía su yo más antigüo.
Siguió hablando y ya me dió algo de ternura, al final no era más que un chico muy jóven al que la situación se le iba totalmente de las manos. -Sí, somos parientes.- respondí. -Los Polignac son primos de mi madre.- aclaré para toda explicación maldiciendo no tener un google a mano o la bendita Arlette! Suspiré enseguida con algo de pesar, finalmente conocía a Ben, todo eso no podía importarle tanto realmente, seguramente estuviera más interesado en saber qué relación tenía con Arlette que otra cosa. -Mi madre es la que conoce a la familia de Arlette... me dejaron salir de casa porque me quedaría con ella, es la primera vez que viajo sola y así he terminado.- dije apenada mirándolo un segundo a los ojos... ¿quién era ese chico que tenía adelante?¿cuánto del Ben que yo conocía ya estaba allí al acecho?

- Vaya... Parece ser que Arlette tiene cada vez más amigos que no conocía- murmuré más para mi que para ella mientras caminaba hacía una de las ventanas. Primero Gustave (Gus) y ahora ella... Era todo tan raro.
Me volví hacía ella al escucharla hablar y enarqué una ceja, si mi hermano hubiese estado allí me hubiese lanzado una mirada de advertencia, pero por suerte no estaba- ¿En serio? Me cuesta creerlo- dije sin poder evitar sonar un poco desafiante aguantándola la mirada por un instante. No parecía la típica niñita buena que jamás había roto un plato y nunca estaba sin supervisión de sus padres. Al contrario, parecía bastante decidida y para colmo esa manera de mirarme a los ojos... A ninguna chica recatada de la época se le pasaba por la cabeza mirar a un hombre tan directamente a los ojos y mantenerle la mirada por tanto rato. Era extraña y al mismo tiempo... interesante. Deslicé mis ojos a lo largo de su cuerpo lo más disimuladamente posible. Tenía unas manos cuidadas y no estaba excesivamente morena así que realmente parecía de clase acomodada pero aún así había muchas cosas en ella que no me cuadraban, como era forma de hablar que tenía. Yo qué sé, será que no podía evitar ser un poco desconfiado por naturaleza.- ¿De qué parte de Francia eres?- acabé por preguntar dije apartando por fin la mirada de cuerpo al darme cuenta que llevaba mirándola más de lo estrictamente adecuado socialmente, más teniendo en cuenta que iba "medio desnuda" sin el dichoso vestido que la habían robado.

Sonreí levemente cuando me dijo que le costaba creerlo. -A mis padres también.- respondí enseguida a eso dando un poco a entender que podía ser que no fuera taaaan así pero que no iba a decir nada al respecto. Empezó a mirarme sin cortarse tanto y ya bajé un poco la mirada porque no sabía qué tanto estaba bien que me mirara así y un poco me incomodaba que nos fuéramos del papel. Preguntó eso sobre mi paradero y sonreí mirándolo un segundo de nuevo a los ojos. -Pues precisamente de Polignac...- dije como si no fuera obvio. -Toda mi familia es de allí, del Alto Loira.. Has viajado alguna vez allí?.- le pasé otra vez la pregunta. En realidad, de pronto había caído en la cuenta de que Polignac sí que era una comuna de Francia que conocía actualmente, mis abuelos eran de allí más del sur de la región de Auvernia... aunque realmente no podían tener nada que ver con esos tales Polignac pero en fín, no era tan complicado fingir eso en realidad porque conocía la zona. Escuché ruidos y enseguida reapareció Sebastián. No sé dónde se había metido Arlette pero no me gustaba tenerla lejos. Miré un segundo a Sebastián, era apuesto y seguro. Ben hablaba poco de él pero cada vez que lo hacía se notaba el gran cariño que le tenía... presté atención a cada gesto. Podía ser una época aburrida pero tampoco estaba siendo un mal viaje...

La chica bajó la mirada y estaba claro que me había pillado mirándola… Pero por suerte no me dio tiempo ni a avergonzarme porque Sebastian estaba ya entrando en la sala-No, no he tenido el placer- dije simplemente mientras me giraba a mirarle.- ¿Y Arlette? – preguntó desorientado tras mirar la sala. Murmuré que había ido a arreglar lo de los vestidos y vi como asintió antes de acercarse algo más hasta Alma y tomar asiento también- Perdona, se me ha pasado totalmente, ¿querías tomar algo?- y mientras los miraba hablar fue como si una pequeña luz se encendiera en mi cabeza. ¿Cómo no había caído antes? No conocía demasiado a la chica pero si era una Polignac estaba claro que no venía de mala familia y aquí no abundaban las chicas solteras de buena familia ahora mismo… Tal vez por fin fuese la oportunidad de mi hermano para salir de aquí.

-¿Un té tal vez? Voy a avisar al servicio- dije en un patético intento de dejarles solos. Caminé hacía la puerta y me detuve un instante- De hecho… Creo que deberíamos montar una recepción esta noche, no siempre tenemos tan buenos invitados-dije sonriendo levemente (por fin) sin poder evitar sentirme un poco entusiasmado con esa tontería, además me valdría como excusa para estar más con Arlette y bailar un rato con ella. - ¿Qué?- preguntó mi hermano bastante desorientado sin seguir mis pensamientos- Será genial ya verás, voy a avisar al servicio- había invitaciones que enviar y cosas que preparar- ¿¡Qué!? Espera Benjamin, eso hay que ha-blarlo.- se cortó porque yo ya había salido por la puerta sin hacerle ni caso. No iba a dejar que me cortara, la idea ya estaba en mi cabeza y me parecía muy buena. Sebastian miró a Alma un poco apurado por todo eso- No sé de donde ha sacado tanta impulsividad… Lo siento mucho, seguro que después de todo lo que ha pasado es lo menos te apetece ahora mismo- se disculpó nuevamente sin dejar de ser cortes.

Sebastián se sentó a mi lado y no alcancé a responder nada sobre tomar algo que ya Ben tomó la posta comenzando con una actitud que no alcanzaba a comprender...¿Una recepción? Era justo lo que a mí me faltaba, tendría que dejar en claro las mil costumbres cortesanas que no manejaba y demostrar todos los conocimientos que no tenía... estaba frita.
Lo peor del caso es que no me dejó ni elegir y me costó todavía un poco comprender su actitud, hasta que empecé a sospechar... en esos tiempos enamorarse o no de alguien era lo de menos, lo importante era casarse. Ben ya estaba comprometido así que estaba tranquilo, de hecho en aquella época estaba colado por Arlette así que era bastante feliz su vida dentro de todo... pero ¿y su hermano? Sabía muy poco... si la condenada Arlette no se hubiera desaparecido al menos podría soltarle las mil preguntas que tenía.
Miré apenas a Sebastián, parecía abrumado por la situación. -Pues no...- dije encogiéndome de hombros. Definitivamente no quería. -No quisiera ocasionarles más molestias.- murmuré ya mirándolo un poco con una leve sonrisa. -Pero da la impresión que no haremos que cambie de opinión tan fácilmente, verdad?.- murmuré mirándolo un segundo a los ojos, quizá más de lo debido.
Enseguida trajeron el té que no había pedido y comencé a beberlo de a sorbitos. Realmente echaba de menos poder disfrutar plenamente de los sabores porque no todos los días uno podía estar en el siglo XVIII y tomarse un té en la sala de un castillo.

Pedí el té y enseguida empecé a dar órdenes para comenzar a organizar la recepción. Algunas personas del servicio me miraban (disimuladamente para no acabar en la calle) como si estuviese loco por el poco tiempo que había para organizar todo, pero era su trabajo después de todo y era una oportunidad que no se podía desperdiciar tan a la ligera.
- ¿Y este alboroto?- murmuró Arlette apareciendo por fin al ver a tanta persona del servicio ir de aquí para allá a toda prisa. - Vamos a montar una recepción, esta noche- la conté como si fuese el mejor plan del mundo mientras la tomaba de una de las manos y la arrastraba hasta una de las columnas para estar más "escondidos" y tener algo más de privacidad- Será genial ya verás- repetí sin hacer caso de su cara contrariada e ir más contra ella robándola un beso sin darla tiempo a decir nada. No teníamos muchas oportunidades de estar solos así que había que aprovechar cualquier segundo.

Empecé a pensar que el tiempo nunca más transcurriría... Sebastian estaba más aturdido que yo y la verdad no era tiempo de cómeme una historia romántica cuando en cualquier parte Ben podía encontrarse con Arlette convencidisimo de que era su enamorado. Definitivamente tenía que tener una charla con Arlette urgente.

Arlette se quedo congelada ante ese beso. -Que haces?.- le dijo enseguida apartándose. - Además, a qué viene tanta alegría? Por qué una recepción... Por Alma? dijo ya mirándolo a los ojos. Arlette lo conocía bien y no había pasado ni un minuto antes de que oliera sus intenciones. -Y ella que ha dicho? Tengo que hablar primero... Su familia puede no tomarlo bien.- dijo ya apartándose del todo y precipitándose a la sala.

-Tengo una excelente noticia para ti... Nos traen los vestidos, ya nos han preparado una habitación. Sígueme.- dijo  Arlette dirigiéndose a mi. Me puse de pie hice una reverencia como la que le había visto hacer a ella antes de irse en busca de no sé qué demonios... Y desaparecí tras ella. No dije nada de nada hasta que entramos en la condenada habitación.
-Ben está loco! Joder Arlette... Creo que quiere enchufarme a su hermano y creo que sea hermano ni se ha enterado....Joder, joder... Dime qué demonios tengo que hacer en una recepción y además ni sé bailar o hablar o nada de lo que vosotros hacen... Y necesito más datos de mi supuesto vínculo con esos Polignac o nos van a pillar... Quienes vendrán a esta recepción?! fui soltando sin poder ni respirar de prensa en pregunta.

Arlette se deshizo de mi y la seguí hacía la sala intentando decir algo más pero es que ni tiempo me dio. Vi a la tal Alma hacer esa torpe reverencia y fruncí el ceño mientras se iban a una de las habitaciones de invitados. Nada de esto cuadraba y la actitud tan evasiva de Arlette me empezaba a tocar bastante la moral.
 
- Al parecer su padre está de viaje en la Corte con el mío, yo misma les acompañé, es una suerte y una desgracia al mismo tiempo- una suerte porque de esa manera la Arlette del pasado no aparecería en ningún momento y dejaría su tapadera al descubierto pero al mismo tiempo era una desgracia porque mi padre era el único que realmente podría haber parado ya esa recepción. - Joder Alma que no cunda el pánico- dijo también algo nerviosa ante tanta pregunta.- Tenemos un rato por delante, te prepararé lo mejor posible y ante cualquier duda me dices mentalmente- dijo mientras iba moviendo algunos muebles con cuidado de no hacer ruido para tener algo más de espacio.-Te enseñaré un baile sencillo.

Arlette fue soltando todo eso, pero no podía relajarme... La ví correr muebles y fui ayudándola también hasta que quedó despejada la sala, enseguida fue indicándome cómo hacerlo. Alguna vez había fingido con Ben una "cita" de sus tiempos y alguna tontería me había enseñado a bailar, pero desde ya que no me acordaba... suerte que era bueno para eso de bailar y no me costaba agarrarle la mano a las coreografías o lo que fuera. -Igual estoy preocupada.- le dije mientras ya iba siguiéndole los pasos como podía y registraba las correcciones que me hacía. -Muy preocupada Arlette... No te desaparezcas así más tiempo, por favor, te necesito... Discúlpame todas las tonterías que te dije antes... en Fell's.- solté al borde de largarme a llorar, estaba bajo demasiada presión ahora mismo. -Oye, tranquila. Estamos en paz. Punto. Ahora enfócate, saldremos perfectamente de esta.- dijo con una sonrisa. -Tengo terror de cambiar algo del pasado... Cómo es Sebastián? Cómo es mi supuesta familia?.- le fui preguntando. -Escucha. Detente un segundo y mírame. Intenta disfrutar esto, no sé cómo estamos aquí ni cuando volveremos pero de momento estamos en el siglo XVIII, un siglo que no conociste... No has querido siempre saber cómo era Ben y cómo éramos nosotros? No me has dicho acaso que te sentías "afuera" y todo eso? Pues bien, esta es tu posibilidad de visitar nuestras vidas, lo harás bien y lo pasarás genial, no te dejaré sola y cuando volvamos será muy bueno ver la cara que pone.- fue diciéndome con una sonrisa dándome confianza y asentí enseguida. Quizá empezaba a entender cómo funcionaba eso de ser una "familia", dos horas antes no había parado de ladrarle pero ahora era la mejor amiga que tenía en el mundo.
Enseguida retomamos el "baile" y de a poco fui cogiendo un poco mejor de qué iba. -Además los vestidos son geniales, ya has usado alguna vez alguno y los has estudiado... te sentirás de otro mundo, te encantará.- dijo haciéndome un guiño. Sonreí enseguida, eso era cierto... de verdad que esa parte sí que me gustaba, había usado vestidos de Aitana y los adoraba. -Vale, respóndeme algo sobre estos Polignac, necesito información...- le pregunté ya cambiando el chip y dispuesta a hacer todo lo posible por jugar bien mi papel. -Yolande de Polignac es prima de tu madre, vale? Es una mujer mayor muy influyente, la idea es que tu madre es su protegida y por ende tú. Necesitarías saber cómo funcionan estas cosas, pero no tenemos tiempo así que confiemos en que pueda decirte qué responder mentalmente...- dijo mirándome. -Ben no te dejará quedarte cerca mío, me tiene desconfianza... Lo ví en sus ojos, no se cree mi historia del todo, algo no está bien y lo ha percibido.- murmuré mirándola. -Necesitaremos pruebas o un golpe de suerte.- murmuré enseguida. -Qué tanto debo preocuparme por Sebastián? No sería mejor decirle que estoy comprometida y ya...- le pregunté mirándola.

- No creo que haya que preocuparse por Sebastian, ni si quiera le interesa nada del matrimonio, sabe que ninguna chica aspira a un hijo segundón, en unos años servirá para el ejército- la contó mientras seguían con los pasos de baile- Aunque puede que sea Ben el que se ponga pesado con eso- después de todo había montado una recepción y todo. Dudó y suspiró- Tal vez podamos decir que estas prometida pero harán muchas preguntas, tal vez sea peor.-dijo pensando en alguien que pudiesen usar de tapadera. -Tal vez podríamos usar a Gus- dijo mirándola un instante- Espero que no venga a la recepción y es un poco arriesgado pero sería una buena tapadera- sobre todo porque valdría como una "doble tapadera".

Un carruaje llegó más pronto que tarde con los vestidos y cajas con zapatos y alguna que otra joya para las chicas. Ordené al servicio que las subiese y que les dijese que la recepción comenzaría a las 8. Mi hermano parecía tan tranquilo pero a mi había muchas cosas que no me cuadraban. La chica esa me daba mala espina y Arlette estaba más rara que de costumbre (y ya es decir). En fin, quería creer que sería parte del shock de lo que habían vivido hoy pero no las tenía todas conmigo. Esperé a que el servicio volviese a bajar tras entregar los vestidos y ya subí yo mismo a mi habitación para prepararme también para la recepción.

Arlette me aclaró eso de ser el "segundón" y me dió algo de pena por él... bueno, y un poco entendí que Ben se sintiera algo culpable por eso y que quisiera ver a su hermano también feliz. Ya dijo lo de Gus y la miré sin entender. -Ya está Gus en sus vidas ahora?.- le pregunté. -Quiero decir... ahora en este año en el que vivimos...- dije para explicarme mejor. Ben no me había contado grandes detalles de eso, pero básicamente sabía que había caído en que su prima lo traicionaba con el tal Gus y que, tiempo después, gracias a eso había conseguido salvar su vida al convertirse también en vampiro. Pero no sabía detalles... -Ahora que recuerdo Ben recién dijo algo sobre que tú y tus nuevos amigos o algo así... él lo conoce?.- le pregunté. -Ya sé que son demasiadas preguntas y son personales, pero de verdad que ahora mismo me parece super importante saber exactamente cómo se dieron las cosas si no quieres que sin querer las acabe jodiendo...- le aclaré porque era cierto. -De hecho, no sería un peligro meter a Gus? Él se dará cuenta que no eres humana, podría ser una complicación... Y si eso modifica el futuro? Joder Arlette, no había pensado en Gus, eso se puede poner muy complicado de verdad...- dije ya abandonando un poco el baile y sentándome otra vez en el sofá.

-Eso creo- dijo Arlette sentándose ya con ella en el sofá- No sé exactamente en qué momento estamos pero por el aspecto de Ben debe tener unos 17 años, ¿no? ahí ya conocía yo a Gus pero no sé nada más, ¿entiendes? No sé cuanto falta para que yo tome la decisión de convertirme y ni si quiera sé si Ben ya está enfermo, pero las cosas con Gus no fueron de un día para otro como comprenderás, las cosas aquí ya iban bastante en serio y claro que estaba ya en mi vida- de alguna manera las dos se habían convertido "por amor" así que esperaba que Alma entendiera que su decisión de convertirse no había sido de un día para otro ni por un capricho repentino ni nada así. - Ben no conoce a Gus, al menos personalmente, tal vez de oídas... Pero la cuestión es que tienes razón, se daría cuenta de que no soy humana, además seguro que él piensa que estoy en la Corte con mi padre así que no creo que aparezca, mejor así- mejor que no le usaran como tapadera, se podía terminar de liar del todo. - Fui muy egoísta por esta época, ¿vale?-dijo intentando ser sincera y que comprendiera todo- Les quería a los dos pero las cosas con Ben cada vez estaban más frías, de ahí que ahora esté tan a la defensiva conmigo, contigo... Esto ya le ha desconcertado del todo. Para rematar ahora mismo estaré actuando el doble de rara que normalmente así que tenemos que controlarnos ambas y seguir lo más naturalmente posible, yo te ayudaré en todo e intentaremos que no cambie nada del pasado, ¿vale? Mantén la calma-fue terminando de decir al ver que Alma parecía haber vuelto a perder los nervios. La necesitaba serena o todo se iría al traste.
Llamaron a la puerta, eran los vestidos. Arlette les hizo pasar y enseguida les ordeno con autoridad que se fueran, necesitaban seguir planeando las cosas y necesitaban irse cambiando ya de ropa. Según habían dicho los del servicio la recepción comenzaría a las 8.

Arlette fue contándome un poco con más detalle cómo se habían ido dando las cosas, claro que no la juzgaba, podia entenderla perfectamente. Pero además no era esa mi intención en absoluto, de verdad que solo quería no joder el futuro de nadie. Asentí cuando me fue contando eso de que quería a los dos, pero las cosas que Ben se habían ido enfriando... -Vale... Las dos conocemos a Ben, supongo que habrá que mantenerlo más o menos contento, pero si ya estás siendo esquiva con él tampoco sería bueno que sospeche, es muy observador no va a dejar pasar las cosas así como así... Y claramente en estos tiempos no se lo puede distraer ni con sexo ni con sangre así que estamos un poco jodidas...- murmuré con una pequeña sonrisa porque era la verdad. -Que tan mala bailarina soy?.- murmuré antes de que tocasen la puerta. -Intentare hablar lo menos posible y solo de asuntos superfluos, lo prometo.- dije poniendo todo de mí, pero hacia años que no sentía los nervios que estaba sintiendo ahora mismo.

Pasaron a dejarnos los vestidos y sonreí entusiasmada porque esa parte sí me parecía totalmente interesante, los del servicio se fueron y me lancé sobre uno de los vestidos encantada de la vida. Era mucho más alta que Arlette algo acaso un poco extraño en esa época? El punto es que claramente ese vestido era para mí. -Te dije que te encantaría... Te ayudaré a peinarte, sabes? Creo que hecho de menos estas cosas.- dijo Arlette sonriendo y ya yendo a mirar un poco su vestido para comenzar a vestirse.

vestido e Alma:

Puede que el apellido Lebeau no estuvieran para tirar cohetes en lo referente al dinero pero obviamente eso de puertas para fuera no lo sabía nadie y la influencia que seguía teniendo en la alta sociedad francesa era un hecho, sino no se explicaba como habían conseguido que la casa estuviese llena de gente hacía la hora acordada habiendo avisado con tan poca antelación. Seguíamos siendo influyentes después de todo.

Observé la sala llena de gente mientras me colocaba por inercia la manga de la chaqueta del traje para que quedara bien. Hacía un rato que nos habíamos cambiado para estar también algo más "elegantes" ante la recepción pero las chicas seguían sin aparecer y yo empezaba a estar un poco de los nervios. Primero porque se suponía que Arlette tendría que estar aquí cogida de mi brazo y saludando también a la gente, segundo porque no entendía a que venía tanto secretismo entre ellas, y por último pero no menos importante porque cada minuto que estaba la chica esa allí arriba era un minuto desperdiciado para la causa de mi hermano.

Traje Ben:

 
-Ay por dios, voy a subir a por ellas- le dije a mi hermano perdiendo la poca paciencia que me quedaba. Le escuché comentar alguna cosa como que les diera tiempo, que no era tan tarde, pero me dio lo mismo.


Salí del gran salón y tras recorrer algunas pasillos y subir las escaleras hacía el ala de invitados llamé suavemente a la puerta- ¿Arlette? ¿Estas lista?- pregunté en voz alta para hacerme oír sin querer abrir. Bueno, no es que no quisiese pero sabía que no sería nada educado.

Arlette ya estaba lista, claramente le costaba menos que a mí lidiar con semejante vestido... al final se encargó de peinarme y estaba ayudándome con el bendito corset cuando escuchamos a Ben en la puerta. -No puedo creer que sea tan pesado...- susurré con una sonrisa mordiéndome un labio. Evidentemente siempre había sido un poco así de ansioso antes de salir. -Han pasado 300 años y no ha cambiado nada...- murmuré y ya me callé porque no era plan que me oyera. Así y todo, esa tontería me entusiasmó un poco, es que Arlette pretendía que me enfocara en disfrutar y la verdad es que hasta ese momento lo único que había sentido eran nervios y una sensación de ser tan sapo de otro pozo que ni siquiera reconocía a Ben. Pero de pronto estaba empezando a ser algo optimista.
-Muy poco.- asintió Arlette con una sonrisa y continuó. -Seguirá golpeando hasta que me vea o me escuche, espera un segundo...- dijo y ya se fue hacia la puerta.
-Ben, puedes tener algo de paciencia? Has inventado una recepción con minutos de antelación ¿Tienes idea de lo dificil que fue conseguirnos vestidos decentes tan rápido?- dijo detrás de la puerta. Pero al final prefirió abrir la puerta un poco para darle más tranquilidad.

vestido de arlette:

-Porque no bajas y esperas tranquilo, todo está bien, pero lleva su tiempo vestirse, en un minuto bajamos... le dijo ya más dulcemente.

[off: si quieres cambiar el vestido de Arlette, me dices eh... busque el que me gustó más ]

Enarqué una ceja, ¿Ben? En aquella época todo el mundo me llamaba Benjamin, bueno tal vez mi padre y mis hermanos en la intimidad de nuestra casa no, y tal vez Arlette en pequeñas ocasiones intimas tampoco pero siempre cuando no había gente delante. ¿Qué mosca la había picado?. - ¡Eso ha sido hace dos horas!-me exasperé un poco. Por aquella época no conocía demasiado a las mujeres y jamás en la vida había convivido con ninguna (ni con mi madre que había muerto cuando yo era bien pequeño) así que no estaba acostumbrado al hecho de que se tomarán tanto tiempo para arreglarse. No me cabía en la cabeza además.

Al menos al final se dignó a abrir la puerta y la miré por unos instantes- Estas... Estas muy rara- dije finalmente sabiendo enseguida por la expresión de su rostro que no era el apelativo que se estaba esperando, pero es que lo estaba, se comportaba de una manera rara, eso sin contar con su aspecto. Estaba igual que siempre pero al mismo tiempo no. Era raro de definir. La tomé del brazo y la "obligué" a salir algo más de la puerta para que su dichosa amiga no escuchara- ¿Se puede saber que te pasa? No me digas que tienes fiebre- dije un poco histérico de golpe llevando mi mano a su frente. Nuestro abuelo había muerto hace bien poco de tuberculosis, sería lo que nos faltase. Se deshizo de mis manos murmurando algo sobre que estaba bien. Se veía que estaba perdiendo la paciencia pero yo también- Pues no sé a qué juegas, lleváis horas aquí metidas y el servicio os podría haber ayudado a vestiros perfectamente- me quejé. Suspiré y me alisé de nuevo la manga de la chaqueta. -Tienes cinco minutos para bajar- me miró enarcando una ceja ante esa "amenaza" y se metió de nuevo en la habitación antes de cerrar la puerta sin tan si quiera decir nada. Decididamente hoy la iba a matar.


[off: Así esta bien ]