Una cálida charla (libre)

Sally y yo encontramos una mesa libre en una esquina del bar dónde le retiré la silla para que ella se sentara mientras seguía esperando su respuesta.

Entramos en el bar, uno junto al otro, y me ecamino hacia la mesa con un estupendo café en mente. Miro a Leo desde mi baja estatura, antes de sentarme en la silla que me ofrece, apartándola a modo de caballero. Tomo asiento y sonrío.

- ¿Matarte? Nunca podría hacer eso...-empleo mi mejor tono de tonteo, y parpadeo con una sonrisa-. Creo que tendré que acordarme de invitare a casa.

Te tomo la palabra... ¿Qué vas a tomar?

Le pregunté sonriendo con los ojos cerrados y esperando a qué el camarero tomara nota de lo qué íbamos a pedir.

- Humm...Un capuchino, ¿tú?

Espero unos segundos, aguardando a que alguna idea estupenda se me ocurra e ilumine mi mente para entablar una conversación. No se me ocurre mucho más que lo típico, pero siendo ambos nuevos, no es extraño.

- Tienes un acento raro-hago notar-, ¿de dónde eres?

Qué sean dos. -Le dije al camarero.
Oh vaya, lo has notado. -Dije intentando imitar el acento Ruso.
Pues resulta que he viajado mucho, pero seguramente será porque vengo de Alemania, ¿Eres bastante inteligente verdad? -Le dije sonriéndo.

Sonrío divertida, ante el extraño intento de hablar ruso que parece recién sacado de una película de espías, y me siento un poco aturdida cuando sonríe y comenta que soy inteligente.

- Bueno...Me quedo con los detalles-guiño un ojo con una sonrisa infantil-. Yo vivía en Londres antes de venir aquí, y sí, soy consciente de que he cambiado una de las grandes capitales por un pequeño pueblo de Virginia, pero lo necesitaba.

-Oh, vaya. Cuéntame tu historia...

Dije poniendo interés ante lo que me contara, mientras que recibíamos dos tazas humeantes de café y me lo comencé a preparar sin quitar mis ojos de los suyos.

Leo clava sus ojos en los míos, mientras prepara el café, y no puedo evitar bajar la mirada ante la suya. Echo el azucar en la humeante taza, me aclaro la garganta como si fuese a dar un largo e importante discurso y comienzo mi historia:

- Yo nací en Londres, en uno de los barrios bajos, cuando mis padres no eran más que dos veinteañeros asustados y mi bisabuela una buena mujer que quería protegernos. Cuando era muy niña, ambos murieron y ella fue quien cuidó de mí, ya que no me quedaba nadie más. Todo fue bien, y crecí como cualquier otra niña, pero poco después de mi último cumpleaños mi mejor amiga...murió, en trágicas circunstancias y mi bisabuela ya no se podía hacer cargo de mí. Al poco ella falleció y me quedé sola, así que decidí venir al lugar del que tanto me había hablado de niña, por lo que supongo que haberme mudado a Fell's Church es una forma de vivir los cuentos de cuando era niña-finalizo siendo consciente por primera vez de lo llena de muertes que ha estado mi vida.

Suspiro y doy un trago de café, pasando después la lengua por mis labios para apartar la nata, y sonrío despreocupada.

- Pero de todas formas, América me gusta. ¿Tú cómo has acabado aquÍ?

-Vaya Sally, nunca me dejarás de sorprender, verdaderamente eres una caja de sorpresas. Y también triste... es cómo una peli de miedo...
Bueno mi historia es más bien... extraña.

Tomé un sorbo de el café que me habían traído y puse cara de disgusto.

-¿Y esto es lo que se suele beber al charlar con la gente?, yo sigo prefiriendo una buena botella de vodka ...
Bueno, mi historia empieza con un niño de papá que tenía todo lo que quería y más, puesto que mis padres eran bastantes ricos ya que eran nobles...
Y cómo no pasaban demasiado tiempo conmigo comencé a juntarme con gente que parecía más feliz que yo y bueno... ya sabes... esa típica historia de que de repente conoces todos los vicios que hay de una vez y bueno...
Mis padres me pillaron porque me acosté con un chico y una chica y mi cuarto estaba arriba y a bajo el baño, y cómo pensé que mis padres estaban dormidos les dije que bajaran y se vistieran abajo... y bueno que nos pillaron y bueno... me la montaron, yo les grité todo lo que pensaba.
Esa noche les quité dinero y me escapé y bueno... tampoco se preocuparon demasiado dónde estaba, mejor. Y ahora estoy aquí... esperando conseguir algo de dinero...

Tomé otro sorbo de café y puse cara de más conformidad.

-Oye, esto tampoco está tan mal...

Alzo una ceja. ¿Vodka? Mirándolo por el lado bueno, ya tengo tu regalo de Navidad. Me río ante el comentario de que parezco una peli de terror, pues de todas las cosas con las que me habían llegado a comparar, esa era la última.
Me atraganto con el café cuando llega la parte de su historia en la que...en fín, cuando sus padres le pillan, y sonrío para disimular la incomodidad.
Decido cambiar de tema, pues evidentemente, Leo parece conducir sus conversaciones al mismo punto.

- Y, ¿ya has encontrado trabajo?-curioseo, dando otro trago de café.

Noté perfectamente su incomodidad en cuánto dije lo del trío y no pude evitar reírme.

-No, tampoco es que me haya puesto a buscar, prefería antes conocer un poco todo esto, pero vamos... Me da a mí que por aquí no hay mucho trabajo, me estoy viendo en una esquina vendiéndome, al menos eso se me da bien.

Respondí riéndome, me encantaba la forma que Sally se escandalizaba sobre mi tema favorito.

Capto su risa, y llego a atisbar un esbozo de diversión por mi timidez en cuanto a sexo, y hago un mohín enfurruñado de niña pequeña.

- O colándote en despensas-añado, guiñándole un ojo, divertida.

Leo es un tipo extraño, y desde luego la cría inglesa que se subió a un avión ella sola por primera vez nunca hubiera hablado con él, pero ahora es distinto. No voy a decir que he madurado, sólo que me siento bien estando con él. Que después de toda las muertes que llevo detrás, al final sí que voy a parecer una peli de miedo, me he topado con él. Y me gusta su...vamos a llamarlo libertad.

Oh Sally. sabes perfectamente que eso sólo lo haría en tu despensa, pero creo que por eso no me cobrarían ¿no?

Pregunté torciendo el labio en señal de duda.

Me río por lo absurdo de la conversación.
A gente extraña, se lleva la palma.

- Me parece un buen plan B-bromeo-. Si la prostitución te falla, siempre puedes saquearme la despensa.

¿En serio crees que la prostitución a mí me fallará?

Pregunté poniendo mi mirada más seductora.

Tuerzo los labios e imito mi mejor cara de examen, como si tuviese que pensar cuidadosamente la respuesta y dudase entre todas ellas. Doy un sorbo a mi café, aguantándole la mirada, y sonrío bajo la espuma de la nata.

- Hummm...Déjame pensar....Sólo si no encuentras a más gente a las que el coche ha dejado tirados.

Hmm... -Dije imitando su tono de voz.

Creo que te estás volviendo una picarona. -Dije riéndome

Me sonrojo levemente y sonrío, encogiéndome de hombros.

- Bueno, se me está pegando de ti

Lo que me ha dicho... -Dije riéndome.
Bueno, quiero saber más cosas de ti.

- Vale-acepto-. ¿Jugamos al "juego de la verdad"? Nos hacemos todas las preguntas que se nos ocurran, y hay que contestar con sinceridad. Pero nada podrá salir de nosotros, ¿de acuerdo?

Es un estúpido juego en el que básicamente, siempre se pregunta lo mismo, aunque de vez en cuando llega algo sustancioso y entretenido. Pienso en algo que contar, y me muerdo el labio con el colmillo.

- Muy bien...Lo primero que me compró mi padre nada más nacer fue un gatito de peluche-me ruborizo ante lo que voy a decir, y lo suelto de golpe-. Aún duermo con él.

-Está bien. -Dije riéndome.
-Yo perdí la viginidad a los 14 años. -Continué jugando.

- Ah...Vaya-suelto cuando por fín soy capaz de decir algo.

¿A los catorce? ¿En serio? Desde luego a Leo le va la buena vida, y no parece que haya perdido el tiempo. Niego con la cabeza y pienso en algo nuevo, mirando por la ventana más cercana.

- Con trece años me escapé de casa con mi mejor amigo. Cogimos un autobús nocturno y llegamos hasta Southampton, donde un policía nos reconoció y nos arrastró a casa a los tres días. Nuestro plan era llegar hasta Francia por el tren submarino, pero nos equivocamos de autobús. Fue mi primer novio, aunque desde entonces no he sabido más de él...

-Vaya, parece que todo lo que tu tenga que ver con tu vida es triste..., descubrí mi bisexualidad con mi mejor amigo una noche que se quedó en mi casa.
Dije riéndome.