Recién llegada (Benjamin Lebeau)

Había llegado a aquel pequeño y encantador pueblo de madrugada, por lo que aún no sabía nada de aquel lugar. Lo primero que hice fue tirarme en la cama y sumirme en un estado de coma de inmediato. Ahora que ya estaba más descansada, me propuse salir a tomar el aire y comer algo. Tras haberme vestido con una camisa, unos vaqueros y unas zapatillas cómodas, salí a descubrir lo que ofrecía Fell's Chruch.

Un café con leche, un zumo de naranja y un croissant vegetal después, estaba llena de energía y despierta por completo, así que decidí que ya era de practicar un poco de magia. Paseé con tranquilidad, disfrutando del paisaje, hasta que di con el linde del bosque y una sonrisa de alegría apareció en mis labios.

Me adentré en él, corriendo de alegría por poder pasar un tiempo a solas en contacto con la naturaleza de nuevo. Llevaba varios días de viaje y estaba harta de tanta civilización, edificios, ruidos, coches, electrónica, etc. Encontré una especie de miniclaro, pues no estaba al aire libre pero era un espacio más o menos circular en el que solo había hierba. Me acosté allí mismo y agarré la hierba y el suelo, notando su energía y alimentándome de la magia que había en ella.

Estaba concentrada en el olor de la hierba y la tierra húmeda, en las suaves caricias que la brisa dejaba por todo mi cuerpo, el placer de llenar los pulmones al máximo con aire limpio y puro, el sonido de las ardillas correteando por los árboles, la dulce melodía de los pájaros, que me daban la bienvenida a aquel lugar.

Todo era paz y armonía, por fin podía relajarme y estar a solas con mi fuero interno por un rato, hasta que un sonido extraño lo perturbó todo. Intenté ignorarlo, después de todo, me merecía aquel momento, pero ese ruido no hacía más que elevar su volumen. No sabía muy bien qué estaba provocando aquel sonido, pues eran golpes en suelo muy rápidos, tanto, que en realidad, fuera lo que fuese aquello, casi no golpeaba el suelo.Si no fuera porque la magia agudiza mis sentidos, no podría escucharlo.

Para cuando supe qué era aquel ruido, un chico chocó contra mi cuerpo y cayó al suelo, haciéndome bastante daño en el costado. Gritó "joder" y luego se quedó mirándome.

-Vaya, pensaba que los vampiros tenían más reflejos-comenté divertida, sin ánimo de ofensión. Era la primera vez que me pasaba algo como aquello. Intenté incorporarme y solté un gemido de dolor, me agarré el costado con una mano. Pues sí que me había dado bien. -¿Te has hecho daño?-pregunté preocupada. Por mucho que la culpa de aquel incidente la tuviera él, no significaba que no hubiera salido herido.

Hizo un comentario sobre los vampiros y la miré enseguida con desconfianza. Obviamente fue el primer indicio de que no era una humana normal y corriente. No me llevó demasiado tiempo comprobar que era una bruja... Había vivido demasiado tiempo con una bruja como para poder apreciar la magia que ahora mismo había en el ambiente. Joder, ¡con lo mal que me caían las brujas!.

-Ya... -dije tal vez con el tono algo seco cuando hizo ese primer comentario. Si tuviese malos reflejos me hubiese dado directamente contra el suelo pero al menos había amortiguado el golpe con las manos- Estoy bien-comenté porque realmente no me había hecho daño. Comprobé como ella si que se llevaba la mano al costado y muy a mi pesar me terminé preocupando un poco por ella- ¿Y tú? ¿Estas bien? ¿Necesitas ir al médico?- la pregunté porque parecía que el peor golpe se lo había llevado ella.

Parecía incómodo conmigo, como si le molestara mi presencia. ¿Le molestaría que fuera bruja? Porque, desde luego, no le podía molestar que fuera humana. Me entristeció un poco que, nada más conocernos, ya hubiera perdido puntos con aquel chico. Era la primera persona con la que hablaba en el pueblo y esperaba que, aun que no llegáramos a ser amigos, al menos nos pudiéramos llevar bien.

Cuando me dijo que estaba bien, suspiré de alivio, no me gustaba que la gente sufriera, ni aunque fuese un vampiro y pudiera recuperarse de cualquier daño casi al instante, eso no hacía que no sufrieran dolor como los demás-¡Oh, no es nada!-dije intentando quitarle importancia, aunque, en realidad, dolía bastante-Ahora mismo lo soluciono-dije mientras, con cierto esfuerzo me sentaba sobre las rodillas y me subía la camisa para poder tocar la parte dañada de mi cuerpo directamente con mi mano derecha-Perdona si te incomoda la magia-me disculpé completamente sincera y un poco nerviosa por cómo pudiera reaccionar-Será solo un segundo-y tras decir eso, me concentré en el dolor y comencé a susurrar un par de palabras. Salió un poco de luz de mis manos, lo que demostraba que aquel, era un hechizo que requería mucha magia y conllevaba un desgaste físico, pero, poco a poco, el dolor fue desapareciendo hasta que no quedó rastro de él.

-Ya está-dije mientras volvía a bajarme la camisa-¡Ah! Por cierto, soy Blake-me presenté con una sonrisa tímida, un poco tanteando el terreno. Si realmente le desagradaba mi presencia, me iría sin protestar y procuraría no volver a molestarle más.