Me encanta el dulce!

Caminaba con desinteres por las ya mas aburridas calles del pueblo. Cada dia alli, era un buen dia para morir si acaso no encontrabas que hacer... ¡¡desquiciante!!. Di la vuelta a la esquina que daba al frente de la plaza, y pude ver un cartel que no había visto de hace.... Bueno, no me gustaba caminar por el pueblo, y no recordaba cuando habia sido la ultima vez que lo habia hecho.
De cualquier manera me acerque con prudencia, nada mas me faltaba que viera oasis en medio del pueblo...
Era una casa de antiguedades - Oh genial. - murmuré para mi misma y entre sin dudarlo.
Curosie todo lo que había antes de acercarme al motrador donde sentí el aroma a cafe caliente convinado con la tipica fragancia de un vampiro.

- Buenos dias. - Le saludé a la joven que estaba tras este. - Se que puedo estar interrumpiendote algo importante pero, quería consultarte el precio de aquellos candelabros. - Los señale con mis manos a medio voltear, mientras esperaba su respuesta.

Me parecio un precio mucho mas que razonable. - Esta bien, me los llevo.... - Pero, antes de sacar el dinero tambien queria saber por la araña de techo. - Y la araña, es decir. Combinan y creo que vendrían muy bien para mi casa. - No hablaba de mi casa en el lugar, ya que poca combinacion podrían hacer, pero si tenia una en francia a la que pensaba volver pronto al menos para no morir de aburrición. - Tu negocio me trae viejos recuerdos... - Me reí divertida ya que, todo alli tenía quizás algunos siglos menos que yo, pero aun asi traían recuerdos.

Me dio el precio, y saqué finalmente mi billetera de mi ajustado pantalon de Jean color clásico pero con algunos desgastes, saqué los exactos cuatrocientos y se los entregué. No sabía porque siempre andaba con tanta plata en medio de un pueblo donde no pasaba nada, pero en francia era imposible no salir con dinero. Mucho menos si adorabas la ropa. - Sirvete... Si no tienes cambio creo que si reviso tengo algunos billetes chicos. - Los cuales siempre llevaba en los bolsillos para no tener que andar enseñando ni fanfarroneando sobre nada.

- Creeme, no querrias saber que pueden contar estas reliquias... - Dije sonriéndome de lado algo sarcástica. - Por otro lado, me han hablado muy bien de ti. - Dije con una media sonrisa. - Si no me decias tu nombre, jamás habría adivinado que eras tu. - Bajé la mirada por un momento y volví a levantarla.

No sabía si quedarme callada o seguir hablando. Que problema... Recibí el cambio mirandola a los ojos. - En realidad, tendría que haberme guardado el comentario. - Coloqué el dinero en mi bolsillo... Me despreocupaba el tener que irme sin decir una palabra mas, la realidad era que no creía que se tomara las cuestiones tan enserio como para querer pelear, ¿o si?. Tenia dos opciones, o irme sin decir nada y buscar luego los objetos, o hablar sobre ello y venir los objetos despues de todos modos... - No se si hablar de ello en esta ocación. Ademas, no quiero que te exaltes. - Miré la araña y los candelabros.

Rolee los ojos. - Mira, no acostumbro hacer de cupido, y realmente no vendria aqui si no tuviera algo que... - Intente encontrar una sola palabra que lo explicara de forma inmediata... Pero, no tenia mas que explicar con mas de cinco. - Me identificara de alguna forma. Sucede que, cometimos el mismo error, quizas yo peor. - Mi gesto fue disgustoso ante aquello, sabia perfectamente que lo mio habia sido catastroficamente peor.

- Es un idiota. - Sentencie con algo de ironia, y luego admiré un poco mas de los muebles... Me daban ganas de llevarme todo. - Pero, te quiere... Bueno, te ama. - Concluí. - Y si no te habla, es porque tiene miedo que lo rechaces... Hombres. - Concluí, pues si. Todos eran tan machos y al momento del amor, tan... maricas.

Me sonreí de lado algo desanimada. - Deberias creerlo. Yo he sentido eso de diferente por mas de la mitad de un milenio. - Entonces, sintiéndome tan incomoda conmigo misma giré y moví mi cabello a un lado para luego superar. - Si quieres hablar de ello llamame. Podemos ir a tomar un café o puedes ir a mi casa ya sabes. Ahi esta mi dirección. - Fruncí un poco los labios. - No era mi intencion meterme, pero no creo que le mienta a una completa extraña sobre su sentimentalismo. - Se me dibujó una pequeña sonrisa, algo burlona por ello.