Buscando ayuda (libre)

<Un bonito lugar perdido en Virginia donde todo el Poder se concentra.>>
Esas fueron las primeras palabras que oí acerca de este pueblo, a un vampiro con aspecto de llevar dos siglos sin abrir un catálogo de moda, e inmediatamente supe que tenía que venir. Cambio de aires, cambio de vida, cambio de todo. Hasta ahora, no he encontrado nongún problema para instalarme, y sin embargo tengo la fuerte sensación de que algo malo va a pasar. No sé, todo ha transcurrido de un modo tan tranquilo y convencional que temo que algo malo tiene que pasar.
Para compensar, supongo.
Subo la música de la radio del coche, y aprovechando que viajo sola por una carretera cercana al viejo cementerio, trato de cantar y destrozo la canción en una horrible imitación. Al tomar una curva, el sol se refleja en el río y tengo que cerrar los ojos, lo que provoca que pierda el control. A pesar de viajar sola y ser la culpable, chillo mientras pego volantazos intentando no precipitarme contra el agua y me dejo los frenos del coche. Cuando logro detener el vehículo, demasiado cerca del borde para mi gusto, escucho un estallido y el coche se tambalea.
Un pinchazo, fenomenal. Esa es la mejor manera de llegar a un nuevo lugar.
Salto del interior a un terreno típico de bosque, húmedo y con olor a plantas, y compruebo que el pinchazo está en la rueda delantera derecha. Surpiro, mi intuición de nuevo ha acertado.
Abro el maletero, me quito la cazadora y cargo con el neumático de repuesto penosamente, alegrándome de que no haya nadie que pueda verme simulando a un pingüino.

- Muy bien, amiguito-murmuro, mirando el neumático pinchado-. Ahora, si eres tan amable, dime cómo te cambio.

SUspiro de nuevo y miro la corriente, intensa y ensordecedora. Recuerdo que alguien me dijo hace no mucho que los seres malvados no podían cruzarlas, pero ahora mismo no me importaría que uno de ellos acudiese a cambiarme la rueda. Estoy segura de que inclsuo los vampiros más antiguos saben más de mecánica que yo.
Bufo exasperada y le doy una patada al neumático pinchado, provocando que el aire se escape aún más y el coche se hunda.

- Genial-exclamo.

Podría entrar en trance...

El sonido de ruedas chirriando y el sonido de pinchazo de un neumático hizo que cambiara de sentido en mi paseo por mi nuevo hogar.
En cuánto estuve lo suficiente cerca del coche cómo para verlo, vi a una chica bajar de él e inmediatamente eso me sacó mi mejor sonrisa y el inevitable reflejo de comprobar si me flequillo estaba en el lugar adecuado.
Me acerqué a ella por detrás y le susurré al oído.
-¿Quieres que te ayude con eso?

Miro el neumático como si pudiese darme la respuesta que busco, tanteando las posibilidades de un trance para pedir ayuda al infinito, cuando antes de poder notar una respiración en mi nuca una voz masculina habla cerca de mi oído. Pego un bote, acompañado de un chillido involuntario, y me giro para encarar a un chico moreno y un par de años mayor, quizá.
Nada mal...
Sonrío con inocencia y me coloco un mechón de pelo tras la oreja, y me giro hacia el desgraciado pinchazo.

- Creo que sí, que voy a necesitarte.

Con disimulo, me paso los dedos por mi melena suelta con el fin de adecentarla un poco, y vuelvo a lucir mi mejor sonrisita.

Vaya, era más mona de lo que pensaba...
Rodeé el coche y me agaché en frente de la rueda.

-Vaya, ¿Qué tenemos aquí?, creo que podré arreglarlo, pero a cambio...
mantendrás una conversación conmigo linda.

Dije mandándole mi sonrisa más cautivadora.

No lo hagas...No lo hagas...No lo hagas.... ¡Al cuerno la conciencia! Sigo con la mirada sus movimientos y aprovecho que se agacha a observar la rueda para repasarle bien, antes de que vuelva a girarse y ofrecerme su ayuda.
Me apoyo contra el coche, dejándome hechizar por esa sonrisa sacada de algún anuncio de dentífrico y ladeo la cabeza.

- Me parece justo-acepto tras fingir que medito la idea-. Por cierto, soy Sally.

Volví a sonreír al imaginarme lo que estaría pensando y me auto-felicité por ello. Comencé a quitar la rueda pinchada mientras hablaba a Sally.

-Encantado, yo soy Leo, para sevirte.

Dije realizándo una pequeña reverencia de rodillas y remangándome la camisa azul y ajustada que llevaba.

Cuando realiza la erverencia, no puedo evitar echarme a reír con suavidad, y enarco una ceja, divertida. Observo como trabaja, y en algún momento se me ocurre la absurda idea de que Leo pueda ser un vampiro.
Le miro de nuevo, entrecerrando los ojos, y descarto la idea. Mi intuición me asegura que es un chico normal, por muy encantador que sea, y no un ser de la noche capaz de asesinarme en dos segundos.
Me aparto del coche y sonrío.

- Oye Leo, te invito a algo para darte las gracias y así te pago nuestra conversación-le guiño un ojo y sonrío- ¿Qué me dices?

Terminé de arreglar la rueda y me levanté, me acerqué a Sally y le dije al oído:

-Soy todo tuyo.

Me separé de ella y le guiñé el ojo.

-Estoy sediento, ¿adónde vamos?

Me sonrojo cuando Leo se acerca para susurrar en mi oído, y el rubor aumenta cuando mi cerebro analiza sus palabras. ¡Maldita sea! Ahora sí que odio definitivamente ser tan pálida, no creo que Leo tarde en notar el tono rosa de mi cara.
Abro el coche y le ahgo un gesto para que suba, maquinando terriblemente rápido un mapa de lo poco que conozco del pueblo, pero suspiro dándome por vencida. Además, puede que él conozca algún sitio que merezca la pena y mi respuesta puede que quizá capte su curiosidad...

- He llegado hace poco, elige tú, me fio de tu criterio-sonrío con inocencia y encanto, calvando en él mi mirada.

Si había algo que me encatara de verdad, eso era ver cómo la gente se sonrojaba ante mis palabras. sonreí ampliamente dejando ver mis blancos dientes y subí al coche.

-Lo cierto es que yo también soy nuevo, y no conozco nada, así que...
¿Por qué no vamos a tu casa?

Respondí con mi mirada pícara.

Alzo una ceja.
Le devuelvo la sonrisa y pongo la llave en el contacto, arrancando y dando marcha atrás para volver a la carretera. Eso sí que no, además, tal y como está la casa, mejor sería ir a un campo de concentración...

- ¡Ni hablar! No hay más que cajas y polvo, mejor buscamos algún bar-finjo no haber entendido más que lo que la frase decía aparentemente, y sigo conduciendo.

No puedo ruborizarme más, así que eso ayuda a esconder el nuevo ataque de vergüenza que ha causado su idea. Maldito Leo, ¿tanto te cuesta no sonrojarme? Pero por otra parte, me gusta estar con él. Enciendo la radio y miro a Leo por el retrovisor.

Bueno tranquila, qué tampoco creo que esté tan mal tu casa, pero si crees que está mejor un bar, me da igual, mientras pueda estar contigo...

Dije lanzándole una sonrisa desde atrás del coche.

- Entonces....Ahí, mira-señalo un bar por el cristal del coche y conduzco el último tramo para acercarnos.

Quizá esta es una de las mejores cosas de América, puedo conducir a los dieciséis y siempre he querido ver uno de esos partidos de fútbol americano escolar, con todo el instituto vestido de los mismos colores y con la mascota y las animadoras pegando gritos por ahí. ¿Debería hacer las pruebas?
No, definitivamente, no me presentaré.
Aparco frente a la entrada, apago la radio y salgo del coche, sonriendo a Leo.

- Sé que no es mi casa, pero tranquilo, me lo apunto-me golpeo la sién con un dedo-. Otro día te invito.

Puede que sí sea un vampiro, y prefiero no arriesgar a meterlo en casa. Tengo que estar segura de que puedo confiar en él, y de todas formas ¡acabo de conocerle! No estoy tan zumbada.

*OFFI* ¿Abro un post en la cafetería de "Negocios"?

Vale, ese lugar me parece bien, y cómo se te olvide invitarme a tu casa...
te las tendrás que apañar porqué entraré a tu casa por la noche y...
!Me comeré toda tu despensaaaaa!

Me reí por la gran locura que acababa de decir, pero bueno, si estoy loco ¿Qué le voy a hacer? Además, a Sally parece que le gusta y eso es bueno...

*OFFI* Claro, ¿A qué esperas?

Cierró el Mini con su habitual "bipbip" y guardo las llaves en mi bolso, escuchando a Leo y observando el bar. No está mal, y de todas formas, simplemente es para charlar.
Me entra la risa floja y estallo en carcajadas al imaginarme a Leo colándose por la noche en mi casa por una ventana y vaciando la nevera. Procuro respirar, pero la risa continua un rato más hasta que me repongo.

- ¿Me vas a obligar a poner ratoneras?-bromeo una vez que me he calmado, mientras abro la puerta.

Leo está definitivamente zumbado, pero tiene un encanto hipnotozante y la gente trastornada me atrae irremediablemente.

-!No! ratoneras no porfavor... eso conseguiría mi muerte...
¿y no querrías eso verdad?

Dije con mi clásica mirada pícara esperando una respuesta suya mientras entro por la puerta junto ella.