Encontrándome con Alma... [Alma/Thomas]

Sonreí cuando pasó a explicarme, cada palabra que iba soltando lograba encenderme un poco más. Mordí mis labios escuchando lo de la ratoncita y cuando estaba a punto de hacer alguna mínima resistencia en plan juguetón ya ni oportunidad me dió dejándome acorralada contra el árbol. Suspiré cuando mi espalda entró en contacto con el árbol y más aún al sentirlo susurrar de ese modo, casi ronroneando de verdad...
-Me gusta ese juego.- susurré apenas mordió el lóbulo de mi oreja... -¿Y cómo la devoraría el gato?.- pregunté con picardía al tiempo que pasaba a subir mis manos y pasarlas por su nuca y la parte de atrás de su cabeza jalándolo lentamente hacia mí.

Ví como pasaba sus manos directamente al árbol dejándome allí como "atrapad" y lo miré a los ojos con profundidad, disfrutando en parte del hecho de que me mirara también de esa manera... bajando la vista seductóramente a sus labios y luego subiéndola otra vez a sus ojos pero sin moverme.

Fui escuchando lo que dijo y enseguida sentí que comenzaba a encenderme... más cuando dijo aquello de que simplemente se vivía... era mi forma de ver las cosas, simplemente ir por allí tratando de hacer lo que me fuera viniendo en gana. Y, ahora mismo, él me daba ganas... muchísimas ganas. Quería besarlo pero no lo hice porque notaba como aumentaba la tensión y más me aceleraba todo eso.

Luego dijo lo de no contarlo y sonreí levemente sin bajar la vista. -¿Es que es algo prohibido acaso?¿Tienes alguien a quien le debas explicaciones?.- susurré mordiéndome levemente el labio.

Se pegó más a mí y sonreí. La mirada seguía siendo penetrante y no podía eludirla... continuaba sosteniéndola y notando como iba creciendo cada vez más la tensión. Me estaba gustando todo eso... y mucho.

Escuché lo que dijo cuando subió sus manos por mi cuerpo hasta llegar a mis labios y sonreí sin dejar de mirarlo... No dije nada, en parte haciéndole caso y en parte porque sencillamente sólo quería vivirlo y toda esa tensión que habíamos creado en un segundo me estaba haciendo estremecer.

Subí una de mis manos y acaricié su rostro sin bajar la vista, recorriendo su mejilla su barbilla y luego su cuello.

Continuamos recorriéndonos en ese juego de ir sintiéndonos atraídos pero sólo tocándonos con débiles caricias, llegó a mi cintura y pasé mi mano a su cuello, acariciándolo mientras iba sintiendo sus labios cerca mío... Mi respiración se agitaba cada vez más.