Hasta el alma más pura se puede corromper. | Alma|

Mi cabeza se movía al ritmo de la música mientras en mis labios había una hermosa sonrisa. En aquel momento entró mi madre por la puerta de la casa, la cual sería nuestro nuevo hogar y dejó las cajas en el suelo para acercarse a mi posición.-¿Qué te parece si me ayudas y dejas de escuchar música?.-Preguntó con un tono de voz un tanto enfadado mientras me miraba. Sin más, bajé de la encimera y cogí una de las cajas que ponía Sara. Subí las escaleras y a continuación me dirigí hacia el que sería mi dormitorio. Al llegar dejé esta encima de la cama luego, me paré a observar que ya habían llegado todos los muebles, solo faltaban por colocar algunas cosas como los libros en la estantería, la ropa guardarla en el armario....

Al acercarme a la ventana vi a unos jóvenes que supuse que tendrían mas o menos mi edad y pensé que quizá eso de haberme mudado a la otra punta del país no estaba nada mal.- Sara.- Al oír mi nombre me giré, y allí estaba mi madre, observándome desde la puerta.- Lo siento por este cambio tan drástico, pero era lo mejor para las dos.- Dijo mi madre a modo de disculpa.-No te preocupes.- Respondí  con una media sonrisa en mi rostro.-Voy a dar una vuelta por el lugar, ya sabes para conocerlo y tal.- Comenté a la vez que caminaba hacia ella.- Si necesitas algo avísame.Jag älskar dig- Dicho eso le dí un beso en la mejilla y bajé las escaleras. Eché un rápido vistazo a las cajas y luego salí por la puerta.

El sol brillaba en lo más alto calentando mi pálida piel. Al ir caminando e ir viendo que no había ninguna nube en el cielo...no sabía pero se me hacían extraños los días soleados completamente, ya que en Seattle lo típico era que lloviese o en su defecto nevase. Aunque todo sería cuestión de acostumbrarse a ver más el sol. 

Al cabo de unos minutos llegué al centro de Mystic Falls. En sus calles me fijé que había una gran variedad de tiendas, varias cafeterías, niños jugando en el parque...Entonces me paré delante de un escaparate de una tienda de ropa. Aquella era demasiado colorida para mi gusto, puesto que yo siempre solía vestir con colores oscuros y esa vez no iba a ser menos, ya que llevaba puesto una camiseta de tirantes oscura, un short negro y unas botas militares, vamos, que aquella ropa que había en el comercio no era mi estilo.Suspiré levemente volviendo a caminar cuando vi que había una cafetería por lo que decidí acercarme.

Al entrar en aquel local visualicé una mesa libre y enseguida me senté en una de sus respectivas sillas. Al poco tiempo se acercó uno de los camareros y amablemente aquel chico joven me preguntó que iba a querer tomar. Sin más tardar eché un rápida ojeada a la carta de bebidas que había en la mesa y le pedí una cerveza fría.

Spoiler:

Como cada mañana me fui al Ipswich antes de ir a trabajar, era de las costumbres que no pensaba cambiar a pesar de ser ahora vampira. Eso y fumar. Además aunque no le sintiera ya tanto el gusto al café lo cierto es que el aroma me seguía encantando y disfrutaba de ese ambiente. Conversar con el camarero, saludar a la gente...
Hoy tenía que ir a una campaña que hacían en Virginia así que tocaba viajar, pero no iba a quejarme, aunque por momentos fuera cansador tampoco odiaba mi trabajo ni nada así. Entré al Ipswich y me senté como siempre en la barra.

Spoiler:

El camarero se acercó saludando. -Alma! Lo de siempre?.- me dijo y asentí con una sonrisa mientras me giraba a ver a la chica que tenía al lado, no la conocía. -Hola, eres nueva, no? Soy Alma.- dije saludándola.

Observé detenidamente aquel lugar. Me llamó la atención que a pesar de ser por la mañana aquello estaba lleno de gente. Quizá estaban en la hora de descanso del trabajo. También pude observar el mobiliario, oscuro y elegante, esas eran las palabras perfectas para describirlo, que contrastaban con el techo y las lámparas que colgaban de el. Era acogedor aquel espacio, tenía pinta de ser la típica cafetería donde iba la 'Socialité' del pueblo que tenía mucho prestigio y también mucho dinero. Y allí me hallaba yo, una adolescente que pasaba de todo aquello.

En cuanto llegó el camarero para servirme la cerveza que había pedido hizo que abandonase mis pensamientos.- Aquí tiene.-Comentó con una sonrisa leve. Le devolví la sonrisa para no ser maleducada, simplemente para ser cordial, tenía que hacer amigos y que menos que el camarero del una de las cafeterías a la que seguramente volvería en más de una ocasión. A continuación di un pequeño trago a la bebida que tenía delante; Era una cerveza negra, la pude reconocer por aquel amargo sabor, por su aroma malteado y por su color marrón oscuro casi negro. En aquel momento sonó mi móvil. Era mi padre.- Hola, papá.- Dije seriamente mientras jugaba con el vaso.- Pequeña,¿ qué tal estás? ¿Ya habéis llegado?.- Preguntó y pude apreciar en su voz un halo de tristeza y preocupación.- Si, hemos llegado bien y para tu información llegamos hace dos días, llamas un poco tarde.- Respondí cortante. No entendía por que se preocupaba por mi si ahora tenía otra familia por la que preocuparse.- Lo siento pero estaba ocupado con el trabajo..- Dijo. - Si,claro..., el trabajo. Te tengo que colgar. Estoy ocupada.- Anuncié y enseguida le colgué dejando el móvil encima de la barra.

A los pocos segundos observé como una chica joven, alta y rubia se colocó a mi lado cuando un camarero la saludó. Al darse cuenta de mi presencia me miró y sin más se puso a hablar conmigo.- Si soy nueva aquí,¿cómo lo has sabido? Por cierto me llamo Sara.Y tú eres de por aquí,¿no?-Respondí mirándola. Me quedé un poco desconcertada al ver que la chica me había hablado como si me conociese de toda la vida. La pregunta era,¿aquí la gente era así? Por si así fuese me costaría acostumbrarme.

Sonreí cuando me dijo eso. -Lo he sabido porque en este pueblo todo el mundo se conoce, te costará dos semanas saber quienes son del pueblo y quienes no.- dije con una pequeña sonrisa mirándola y ya llegó el camarero así que me centré en él. -Aquí tienes.- dijo el camarero dejándome un café negrísimo y con un aroma que adoraba. -Pruébalo, nos trajeron un café nuevo y quería que me dijeras si te gusta.- me dijo amable. -Vaya honor!.- murmuré con una sonrisa antes de probarlo. No podía sentir mucho su gusto pero parecía agradable el aroma, sería bueno. -Me gusta, está aprobado.- dije de broma haciéndole un guiño al camarero que ya se apartó después. -Disculpa, has dicho Sara, no? Un gusto.- murmuré ya volviéndome hacia ella.

Me quedé mirando para aquella chica llamada Alma un par de minutos. Vestía impecable. Una camiseta la cual tapaba con una chaqueta oscura, una falda y de calzado unas botas negras. Podía ser modelo facilmente. Luego esbocé una sonrisa al oírla hablar contestándome. Yo no sabía que todo el mundo  en este pueblo se conocía, ya que yo siempre había vivido en grandes ciudades, donde vivías en el anonimato, incluso podías no llegar a conocer a los vecinos del mismo edificio en el que vivías.Tampoco la gente se molestaba en conocerse. Por lo que eso de que todo el mundo llegase a llegar a conocerme  me echaba hacia atrás. No era una persona que a la mínima ,sin confianza, contase todo sobre mi. Solo lo justo.

Al poco rato llegó el camarero sirviendole el café, como no, era lo típico que tomaba la gente, no sabía que le veían a mi me mareaba el estómago haciéndome vomitar. Este le dijo que lo probase dado que era un nuevo café que tenían. Al ver el rostro de la chica denoté que sabía bien. 

Luego tan pronto como se fue el camarero retomó la conversación conmigo, aclarando mi nombre.- Si, Sara.-Respondí amablemente y a continuación le di un trago largo a mi bebida.- Por cierto, tu que eres de por aquí ¿sabes de algún lugar nocturno donde poder tomar una copa?.- Pregunté al mismo tiempo que en mi rostro se dibujaba una sonrisa. Esa misma noche quería ir a tomar algo y así conocer la vida nocturna del pueblo. A ver si era tan interesante como la de Seattle.

Sara me preguntó eso sobre ir a tomar una copa y asentí. -Sí, hay un par de sitios... pero tampoco tantos no te vayas a creer, como te digo es un pueblo pequeño. Hace ya unos tres años que vivo por aquí, pero me ha costado adaptarme a esto, es que siempre viví en ciudades grandes.- dije con una sonrisa mientras bebía algo de café. -Creo que el mejor es el Baby-Black... luego hay alguno más, pero casi todo el mundo va a ese que te digo. Queda a unas cuadras de aquí... bueno, todo queda más o menos cerca.- dije sonriendo y encogiéndome de hombros.