De visita (Ben)

Recuerdo del primer mensaje :

Hacía mucho tiempo que no veía a Ben... después de un día de trabajo pasé por su casa y me dieron ganas de darle una visita. Lo echaba de menos.

Llamé a la puerta.

- Oh venga ya...-dije suspirando apoyando la espalda en el respaldo del sofá lleva deseandolo desde hacia mucho... Volví a suspirar y me volví a girar hacia ella- Recuerda que ahora puedo obligarte- dije enarcando una ceja.

-Lo sé... tendrás que hacerlo si deseas morderme, porque no accederé de otro modo.- dije sin cortarme. -No tiene ningún sentido para mí ahora... ¿Comprendes?.- dije volviendo mi vista hacia él y clavándole los ojos.

- ¿Entonces para que has dejado de tomar verbena?- dije enarcando una ceja- Si estas saliendo con algún vampiro solo tienes que decirlo, no tienes que poner escusas- dije sin poder evitar sonar algo molesto.

-Ey! No te mosquees que eres tú el que ha sacado el tema de la verbena... Qué culpa tengo yo de tu maldito olfato.- dije sin dejar de mirarlo.

- Lo he sacado porque quiero morderte- dije sin cortarme y sin mencionar el tema de que también queria saber si era eso o que estaba enferma.

-Pues te quedarás con las ganas.- dije al fin. -No te hará mal... tú siempre me has dejado con las ganas y no me quejo.- cogí la taza y le di un sorbo al café.

- No es lo mismo- dije cabezota como solo podia ser yo mientras me cruzaba de brazos.

-¿A no? Bueno... pues cuéntame entonces en dónde está la diferencia.- pregunté mientras seguía con mi café.

- No me puedes comparar el sexo con esto, no tiene nada que ver, esto es mucho mejor y con esto no romperiamos ninguna norma... y tu simplemente te opones porque estas despechada- la acusé.

-Supongo que tienes razón.- dije mirándolo a los ojos. -Estoy despechada... Y eso de que desees algo de mí y no puedas conseguirlo me hace sentir un poco mejor.- sonreí con sarcasmo y seguí con mi café.

- En eso te equivocas, puedo conseguirlo si quiero- dije cada vez mas molesto, yo estaba molesto y ella tan tranquila...- Y asi mataria dos pajaros de un tiro porque te cabrearias luego, dejarias de ser mi amiga y un problema menos.

Adoraba ese estado de cosas al borde del desastre, siempre era así con Ben.
-Claro que puedes obligarme, pero qué sentido tendría... sería mejor que fuese por mi propia voluntad y tú lo sábes.- dije mirándolo con una sonrisa. -Pero sí lo que quieres es que deje de ser tu amiga, sólo tienes que decirlo.- dije apartando mi taza y volviéndolo a mirar. No sabía que esperaba de mí, qué quería que hiciera... no era lógico que me pidiera que hiciera algo sabiendo que yo no ganaba nada a cambio, me conocía lo suficiente como para saber que no aceptaría sin más.

No contesté y desvíe la mirada para evitar la tentación de utilizar mis poderes contra ella- ¿Y no hay nada que pueda hacer para que me dejes morderte?- dije secamente mientras miraba por la ventana.

Miré como desvió la vista y en parte maldije haber dejado de tomar verbena... Ahora lo único que le importaba de mí era la jodida sangre y no era bonita la situación en absoluto.
-No hay nada que puedas hacer Ben. A menos que puedas viajar en el tiempo y deshagas lo que hicimos entonces ya estamos jodidos, tú y yo.- dije simplemente. -Tu te casarás, y yo lucharé por que dejes de ser mi maldito capricho... me haré vieja, un día moriré... y los siglos seguirán pasando sin que puedas permitirte dejar de ser un buen esposo.- solté más pensando en voz alta que otra cosa.

- Lo primero, no me importas solo por tu sangre- dije secamente, su pensamiento habia retumbado tan fuerte por toda la habitación que me habia sido imposible no leerlo, era una sensación estraña, ella siempre habia tenido todas las defensas tan altas por la verbena que realmente me habia impactado.- Y segundo, no sé porque le das tanta importancia, se ve claramente que deje de ser hace mucho ese capricho del que hablas y si como has dicho algún dia moriras y aunque no te lo creas no es una idea agradable, es una de las principales causas por las que no me gusta hacerme amigo de los humanos- dije al final, aunque yo por lo general no tenia mucho amigos ni humanos ni vampiros.

Me sorprendió oir que había leído mis pensamientos... pero más me sorprendieron cada una de sus palabras, estaba practicamente abriendo su corazón, algo que ni siquiera sabía que fuera posible del todo.
-Esto del casamiento te está convirtiendo en un maldito sentimental.- dije mirándolo con una sonrisa pícara, pero sin buscar cabrearlo... -Sé que no quieres que me muera, con suerte no ocurrirá hoy mismo y me basta con saber qué no me olvidarás...- dije mirándolo. No dije nada del "capricho", podía ocultarlo y hasta ser feliz, pero sabía que nunca dejaría de ser mi capricho por muy casado que estuviera.

- Nadie ha dicho que no te olvidaré, me darás pena durante un par de semanas luego nada- dije secamente como hacia cada vez que expresaba mis sentimientos mas de la cuenta. Ni si quiera sabia porque me molestaba tanto, pero queria morderla y probar su sangre más que nada.

-Ya... lo pillo... por eso es que hemos pensado lo del libro con dedicatoria.- dije con una sonrisa sin darle mayor importancia a su comentario de que sólo le daría pena por unas semanas.

- Si, libro que por cierto estoy esperando todavia- la acusé mirandola de reojo- Pero no me cambies de tema, venga Alma, solo será un poco de sangre- dije cambiando mi tactica y poniendo mi mejor voz de suplica y mi mejor carita de pena.

-No sé porque te empeñas.- dije mirándolo con una sonrisa al ver sus esfuerzos por venir de niño bueno. -Ya sabes que te he dicho que no. No es tanta historia, qué tiene de importante mi sangre, es lo mismo que las demás...- dije ya un poco mosqueándome de que siguiera insistiendo sin ofrecerme realmente nada interesante a cambio.

- Joder Alma- dije suspirando y sentandome ya bien en el sofá- Bueno vale, pues nada, tu te lo pierdes- dije al final mientras la quitaba su taza de café y bebia un poco por hacer allgo.

-Qué me pierdo?.- pregunté mirándolo, me había hecho gracia su gesto de niño caprichoso y cómo se había bebido mi café, pero luego me dió curiosidad lo que decía.

- Nunca lo sabrás- dije enarcando una ceja sin querer decirla ahora nada mientras volví a dejar la taza sobre la mesita.

-Como quieras.- dije sonriendo. -Puedo servirme más café que te lo has acabado bebiendo tú?.- pregunté sonriendo, mientras me ponía de pié.

- Haz lo que quieras- dije todavia como un niño caprichoso mientras me quitaba los zaptos y los ponia encima de mi parte de la mesita.