+18 En París, visitando a mi abuela (Ben)

Recuerdo del primer mensaje :

Pudimos conseguir billetes fácilmente. No era siempre sencillo pero tuvimos bastante suerte. -Voy por unos cigarros.- le dije a Ben mientras él despachaba la maleta y me alejé para ir hacia una tienda. Busqué cigarros y compré unas golosinas. Seguía automática, no quería hablar, no quería pensar en nada... ni siquiera entendía porque de pronto me afectaba tanto saber que mi abuela no estaba bien... "no te lo pienses demasiado", habían sido las palabras de Ben, seguía pensando en que era algo urgente y me sentía confundida a un punto increíble.

Ya volví a Ben con las cosas, había despachado las maletas y estaba en la fila para poder abordar.

Me miró enseguida cuando llamé a la puerta pero no la hice ni caso mientras esperaba a que abrieran. Escuché como unos pasos se acercaban y efectivamente nos abrieron, era un hombre mayor que tenía pinta de ser el mayordormo. Observé como miraba con cierta sorpresa a Alma pero no le deje nada que enseguida comencé a hablar, me miró y ya cuando conseguí que me mirara a los ojos entré en su mente y nos dejo pasar. Cerró la puerta y manipulandolo le dije que siguiera con sus cosas pero que se olvidara de nosotros. Lo repitió una vez y enseguida se fue.

Entramos y enseguida se fue bajo las órdenes de Ben. Me sentí enferma, pisé el enorme hall de entrada y recordé el estilo con que cada cosa habia sido puesta en su sitio... las ventanas estaban cerradas con largas cortinas, todo parecía más oscuro de como lo recordaba. Miré a Ben sintiendo que me desmayaría en cualquier momento, necesitaba irme de ahí, pero sabía que no podía hacerlo... tenía que continuar.

El mayordomo se fue y enseguida comencé a caminar solo para darme cuenta segundo después de que Alma no me seguía, se había quedado parada mirando todo eso- Vamos...-murmuré acercándome y empujándola levemente por la espalda dejando la mano ahí casi como guiándola para que se pusiera en movimiento y pudiéramos ir hasta donde estaba su abuela.

Me ayudó a moverme y le hice caso enseguida, siguiéndolo aunque no era muy dueña de nada de lo que hacía, sentía que todo empezaba a darme vueltas. Casi ni quería mirar a los lados, cada rincon me traía recuerdos y una parte de mi quería largar todo y quedarse allí aferrada a las cosas que había tenido durante mi vida allí.

La casa estaba en completo siliencio y solo se escuchaban un poco las pisadas de Alma si se prestaba atención. Caminamos en silencio hasta la puerta de la habitación donde estaba su abuela y me paré esperando a que pasara ella primero, de hecho no sabía ni debía entrar, seguramente lo mejor fuera que entrara sola.

Nos detuvimos frente a la puerta de la habitación de mi abuela. Apoyé debilmente mi frente en la puerta mientras jalaba la manija para entrar. Suspiré y atravesé la puerta sin molestarme en cerrarla y olvidándome de Ben. Mi abuela yacía en su cama inmóvil. Me acerqué casi de puntillas hasta que estuve cerca. Tomé su mano agachándome a su lado y pasé mi otra mano por su frente. Abrió los ojos y me miró. Parecía que había envejecido decenas de años el último tiempo sus ojos transparentes me atravesaron y sonrió levemente mirándome todavía sin hablar. -Alma.- dijo enseguida y me dí cuenta lo que le estaba costando eso. -Sa... sabía que volverías...- dijo apretándome la mano con la suya.

Oí que abajo se abría la puerta y la voz de mi madre y mi padre llegaron enseguida.
-Estoy cansada, completamente cansada ¿no lo ves? Ellos se quedaran con la portada esta vez y no importa si hablo con Christian o con quien sea... ¿Puedes decirme qué es lo que haces que no lo solucionas?.- dijo algo alterada, sabía que se dirijía a mi padre y se me encogió el corazón.
-Camille, tranquila... tendrás esa tapa, te dije que la tendrías... cariño, sería mejor que bajaras la voz que mi madre está arriba.- le dijo con la voz muy suave. Siguieron discutiendo pero ya no me importó nada, me dediqué a mirar a mi abuela.

Entró a ver a su abuela y me quedó bajó el marco de la puerta sin entrar escuchando como la reconocía, no me gustaban especialmente las personas mayores y siempre se corría el riesgo de que te hubieran visto en el pasado así que como de costumbre me quedé por allí sin hacerme notar para que hablaran de lo que quisieran... O ese había sido mi plan porque enseguida escuché como abrían la puerta. Por el dialogo me imaginé que eran los padres de Alma. Suspiré y entré un poco en la habitación quedándome aún costado por si sus padres subían para que no me pillaran en el pasillo. No sabía si sería buena idea que vieran a Alma pero por el momento no tenía pensado impedirlo, tal vez no fuera tan malo...

-No he vuelto.- dije luego de quedarme mirando a mi abuela si decir nada, simplemente mirándola. -Pero quería verte... tengo, tengo algo que darte.- le dije enseguida con los ojos llenos de lágrimas pero sin que una sola se me cayera. Saqué del bolsillo la caja con los pendientes y la puse en su mano.
-Sabía que eras tú quien había mandado recuperarlos. Alma, mi querida... son tuyos, tú eres una Blaquier, no importa lo que pienses. Te pertenecen... nunca se los hubiera dado a Camille.- murmuró poniéndolos otra vez en mis manos. Tragué saliva y los tomé sin decir nada.
-No quiero que sepan que estuve aquí, no voy a volver.- le dije enseguida. Mi abuela cerró los ojos por un instante pero adiviné que lo suponía. Luego alzó la vista y fijó los ojos en Ben.
-Hace ya mucho tiempo que tomo verbena, cuando tienes el poder que yo tengo aprendes algunas cosas.- le dijo a Ben casi a modo de explicación al tiempo que me dejaba sin sangre en el cuerpo. -Ya no me queda mucho tiempo, pero he vivido lo suficiente...- dijo ya volviendo a fijar en mí la vista, estaba desconcertada. Las voces de mis padres indicaban que no habían subido aún y seguían discutiendo en la sala.

Escuché como su abuela la daba los pendientes. Había supuesto desde el principio que pasaría eso, que se los terminaría dando porque en definitiva eran suyos, pero también sabía que Alma así se quedaría más tranquila y que era importante para ella que se los diera su abuella y más diciendola todo eso. Alzó después la mirada clavando sus ojos en los míos y en el acto supe que sabía lo que era, cosa que confirmó enseguida con sus palabras. No dije nada mientras seguían a los suyo pero me había dado cierte intriga, parecía que la familia de Alma siempre había andado un poco relacionados con vampiros, incluyendo a sus padres biologicos. Escuché ruidos en la escalera- Estan subiendo...- avisé a Alma para que no la pillara todo tan de sorpresa.

Sentí que Ben decía eso y me sacó del trance de lo que acababa de decir mi abuela, la miré intrigada antes de dirigirme a Ben. -Haz algo... por favor, no quiero que me vean.- dije y volví a mi abuela. -Cómo es que tú...?.- no supe como continuar la frase, no entedía porqué sabía eso...
-Alma, mi niña, sé que hay muchas cosas que no entiendes... pero he hablado con tu tia, sé que sabrás lo que tienes que hacer.- dijo sin decirme nada. Cerró los ojos. -Escúchame. Esta es tu casa y todo lo de los Blaquier es tuyo. Tu padre, tu verdadero padre... es lo que él hubiera querido.- tosió y supe que no aguantaría mucho más. No podía creer que me hablaba de mi padre, ni siquiera tenía en claro que lo conocía. Cada vez tenía más preguntas y mi abuela estaba dejándome sin las respuestas.
-Necesito saber.- dije ya soltando algunas lágrimas. -Necesito saber... si están vivos...- le dije. Mi abuela suspiró y abrió los ojos otra vez. -Apuesto a que sí.- dijo mi abuela y sonrió antes de cerrar los ojos una vez más.

Me hubiera gustado decirle a Alma que no la presionara, ya bastante mal estaba y cada cosa que decía la costaba más pero, ¿quién era yo para meterme?. Me moví hacia la puerta para cuando subieran sus padres. Pasaron por el pasillo pero los manipulé así que ni se pararón ni repararon en mi. Deje Alma hablando mientras los seguía un segundo por el pasillo mirandolos, ya no sabía si de verdad esa mujer me sonaba de algo o eran paranoiás mías después de lo que había dicho la abuela de Alma. Los miré a ambos hasta que fueron a la habitación a cambiarse, no molestarían por un rato así que volví hacia donde estaba Alma y suspiré al ver que ya estaba llorando, bastante fuerte había estado siendo. Me apoyé en el marco de la puerta intentando no interrumpirlas.

Mis padres siguieron de largo cuando Ben se encargó de ellos y suspiré volviendo a mirar a mi abuela. Ya no podía pensar, tenía demasiadas preguntas sin respuestas. Intenté dejar ir todo eso y me centré otra vez en mi abuela, tomé su mano y sentí como me apretaba con la suya.

Sonreí mirándola y esperé, sin decir más nada, cerrando en mi otro puño la caja de los pendientes. -Estoy cansada...- murmuró y asentí. Sus ojos brillaban como nunca en medio de ese cuerpo que había envejecido tanto en tan poco tiempo. -Sólo prométeme que no te sentirás más sola... no estás sola.- soltó con esfuerzo. Cerró los ojos y sentí que era una jodida despedida. Me latía la cabeza de pensarlo, pero no dije nada... solo me acerqué más a ella besando ahora sus manos y mojándolas con las lágrimas que ya no podía contener, mientras sentía como cada vez estaba más lejos.

No las miré pero me era imposible no escucharlas ni ir sintiendo lo mal que iba estando su abuela a cada momento. Por cosas como estas eran por las que no aguantaría jamás tanto tiempo con una humana. No merecía la pena ver morir a los seres queridos...

Me acerqué por fin un poco y pusé una mano sobre el hombro de Alma apretandoselo ligeramente- Vamonos Alma...-susurré porque no tenía sentido seguir más allí y seguramente sus padres vendrían a ver a su abuela de un momento a otro.

Mi abuela ya no respiraba y lo sabía, pero necesitaba convencerme de que era así... no podía ser que se hubiera ido tan fácilmente, tan sencillamente, casi sin hacer ruido, sin que nadie en el mundo se enterase... Sentí la mano de Ben en mi hombro y me reconfortó saberme acompañada. Me costó soltarme de las manos de mi abuela pero luego de unos segundos conseguí hacerlo.
Ya me puse de pié y me giré hacia Ben dispuesta a seguirlo hasta salir de casa, sin voluntad para nada más.

Se pusó por fin en pie girandose y tenía los ojos llorosos y el maquillaje corrido después de haber llorado. No dije nada porque no había demasiado tiempo así que solo la cogí de la mano para comenzar a caminar y salir de la casa. Fuimos enseguida hacia las escalaras para poder irnos.

Seguía a Ben por las escaleras cuidándome de no echar ninguna mirada más a mi abuela antes de salir de su habitación y cerrar la puerta silenciosamente. Pasamos por la puerta de la que fuera mi habitación, estaba abierta y en perfecto orden, pero parecía que nadie había cambiado nada de sitio... Suspiré volviendo mi vista a las escaleras y siguiendo a Ben hasta que por fin saliéramos de la casa, sentía que no podría ni respirar mientras permaneciera allí.

Fuimos saliendo de su casa sin hacer el meno ruido y en cuanto salimos, me giré a cerrar la puerta y enseguida después me giré a Alma- Ven...-murmuré abrazandola en el acto sabiendo que estaba muy mal por todo lo de su abuela, y unido también a haber estado en su casa y demás.

Apenas salimos de mi casa respiré y mi sensación era que sin notarlo había estado conteniendo la respiración por un buen rato.
Ben me estrechó contra él y lo abracé con fuerza dejando ya que mis lágrimas salieran de una vez. No podía decir nada, mi cabeza iba a estallar... había sido demasiado. -Vayámonos de aquí... necesito... necesito irme...- murmuré simplemente entre sollozos mientras no dejaba de abrazarlo.

Se abrazó enseguida a mi llorando y suspiré estrechandola más contra mi. Dijo eso y asentí porque ya me imaginaba que querria algo de eso.- Esta bien, vamos...-murmuré soltandola por un momento. Limpié las lágrimas de sus mejillas aunque era un poco inútil porque seguía llorando, y ya después la cogí de la mano para ir en busca de un taxi.

Dijo eso y sentí sus manos limpíandome algo la cara. Ya detuvimos un taxi y nos montamos en él. Ben le dió la dirección de su casa. -No entiendo nada...- murmuré mirándolo y recostándome en su hombro mientras no dejaba de jugar abriendo y cerrando la cajita de los pendientes. -Lo supo todo el tiempo? Sabía la verdad sobre tí... Joder Ben, ya no está.- dije y miré la ventana porque mirarlo me hacía sentir peor, cerré los ojos y apoyé mi cabeza contra el vidrio, necesitaba una ducha y no pensar por un buen rato.

- No lo sé... Pero esta claro que conocía de la existencia de vampiros...-dije por lo que había dicho de mi y por lo de la verbena. Dijo que ya no estaba y asentí- Lo siento...-dije viendo como se apartaba de mi apoyandose en el cristal y haciendome suspirar por eso porque quería abrazarla y apoyarla y demás pero en cambio se apartaba.

Asentí cuando dijo eso de que sabía de la existencia de vampiros y luego cuando dijo lo siento volví hacia él mi mirada. -Lo sé, gracias por... gracias por esto... por todo.- susurré, realmente de no haber sido por él no me habría atrevido a venir a casa y ahora por mal que me sintiera sabía que había sido lo correcto. Bajé la mirada y abri otra vez la cajita con los pendientes. -Siento que tengo demasiadas preguntas.- murmuré con la voz muy baja. Moví mi mano hacia la suya y la tomé, por tonto que fuera, necesitaba sentirlo cerca ahora mismo, sabía que no habría podido hacer nada de todo esto si él nno hubeira estado allí.

Asentí simplemente cuando me dio las gracias y entendí que tuviera tantas preguntas. Apreté su mano un poco cuando me la cogió- Tal vez deberías de pensar de verdad en eso de hablar con tus padres...-dije porque me parecía que eran los únicos que iban a poder darla de verdad alguna respuesta.

-No Ben, no lo haré.- dije enseguida que dijo lo de mis padres, podía ser una cerrada o lo que fuera, pero no pensaba aparecerme ahora ni en mucho tiempo por mi casa, acababa de perder a la única persona que valía la pena. Todavía me quedaba mi tía, ella tendría que saber algo más de lo que me contaba... mi abuela había hablado con ella, me lo había dicho. Volví a mirar a Ben. -Estaré bien, es sólo... ha sido muy fuerte.- murmuré.

Entorné los ojos pero no dije nada porque a cabezota no la ganaba nadie y no iba a intentar ahora mismo convencerla después de todo lo que había pasado.- Ya, lo entiendo no te preocupes...-dije por eso de que era muy fuerte. Llegamos ya a mi casa y pagamos al taxista y nos bajamos del coche.