Leo ha llegado.

Por fin he llegado a un pueblo lo suficientemente normal, aquí no parece que nadie merezca la pena a enfrentarse a mí, pero no puede ser esto perfecto.

-Me dije a mí mismo paseando por el bosque.
Desde niño era lo que más me relajaba, sentía al bosque cómo si fuera parte de mí, de hecho yo de pequeño les decía a mis padres que yo no era hijo suyo sino que yo nací del bosque.
Absorbía cada aroma, sonido, brisa cómo si fuera una esponja, sinceramente me enamoré de ese bosque.
Me adentré más y más y cuándo me quise dar cuenta...

-Genial, me he perdido...

Observo con detalle el grabado de la serpiente de mi medallón, y recuerdo con cada pequeña gota de tristeza el momento en el que Vera, mi mejor amiga, me lo entregó envuelto en un paquete azul turquesa. Pocos días después, Vera era un montón de cenizas con una estaca en el corazón. Suspiro, y cierro los ojos para desconectar un momento de todo cuanto ocurre. Pájaros, el sol en la cara y pisadas.
Me incorporo y me levanto, escrutando con la mirada el camino, y distingo una figura. Sonrío y me adelanto hasta él.

- ¡Leo!-grito, saludando con la mano.

Escuché una dulce voz que me resultaba familiar. Me giré y dije:

-Oh, Sally! suerte de haberte encontrado, sin darme cuenta me he perdido, eso me pasa porque cómo no estabas conmigo me quedé sin guía.

Dije guiñándole el ojo.

Sonrío bajo el rubor que siempre consige provocarme, y sacudo la cabeza. Pero qué tonto... Un tonto encantador. Dificil resisitirse...

- Anda vamos, creo que por ahí se llega a una de las plazas del pueblo-explico, señalando el camino que tomé para llegar hasta aquí-¿Qué hacías tú solo por el bosque?

Sonreí al verla de nuevo sonrojada.

Lo cierto es que es uno de mis vicios a parte de otros muchos...
Me encanta ir a bosques porque hay mucha tranquilidad y en él puedo pensar tranquilamente y nose a veces me siento parte de la naturaleza, como si fuera un hijo de algún árbol.

Dicho esto dí una pequeña carcajada y me puse enseguida serio y le dije:

-Ahora que sabes mi secreto... he de matarte.

En un principio, vacilo entre tomare o no en serio sus palabras; sin emabrgo, yo estaba en el bosque porque me gusta sentir el Poder, y porque me ayuda a pensar. No es tan extraño que en un lugar como Fell's Church exista más gente con las mismas ideas.
Se me escapan varias carcajadas cuando escucho su última frase, alzo una ceja y esbozo una sonrisa sarcástica.

- Muy bien, Dorian Gray, ¿vas a matar a una chica indefensa?

-Por supuesto.

Dicho esto me abalancé sobre ella dejándonos caer sobre el mullido suelo y riéndome a carcajada limpia. Me subí encima de ella y le agarré de brazos y piernas de modo que no se pudiera escapar.

-¿Qué harás ahora princesita?

Escucho escéptica las palabras de Leo, pero antes de que pueda replicar nada, se abalanza contra mí riéndose y empujándome. Caigo de espaldas contra la mullida hierba, se me escapa un flojito "auch", y poco después me entra la risa. Leo aprisiona mis brazos y mis piernas, inmovilizándome, y bromea de nuevo.
Alzo una ceja.

- ¿Qué debería hacer?-alzo una ceja y trato de retorcerme, riéndome.

-No intentes resistirte, es imposible resitirse a mis encantos.
Tienes algo especial, algo que las demás chicas anteriores no tenían...
todavía nose muy bien lo que podrá ser, pero te aseguro que lo averiguraré.

Entonces bajé mis labios hacia su blanco cuello y le dí un pequeño mordisco, para saber cómo reaccionaría.

Me sonrojo con violencia ante su cumplido, sintiéndome como en una pompa a parte del mundo que gira, y notando como una vocecilla interior me recrimina caer ante un par de cumplidos y una sonrisa encantadora. Me río algo nerviosa, pero antes de poder decir nada veo como desciende hacia mí, y trago saliva. Su boca se acerca a mi cuello y noto como sus dientes rozan mi piel, y en ese momento la adrenalina me hace despertar y me espabila. Me retuerzo con violencia, pero no noto la sensación de vacío y frialdad que debería notar al tratarse de un vampiro, y me relajo. Esbozo una sonrisa y cierro los ojos.

- Que sepas que mi sangre te gustaría si fueses un vampiro-bromero en susurros.

Me incorporo lo justo para poder posar mis labios sobre los suyos con rapidez, robándole un beso.

- Las princesas de mi cuento hacen eso-le guiño un ojo, divertida.

Me sorprendió las distintas reaciónes que tuvo en un segundo y creí haber escuchado un murmullo suyo, pero rápidamente lo deseché por la falta de sentido y coherencia, después llegó el beso. Le sonreí y la besé apasionadamente sujetándola por la espalda. y le susurré:

-Pues vive el cuento mientras puedas...

Y la volví a besar.

Capto la sopresa de Leo entre una especie de orgullo y triunfo, además de una abrumadora felicidad, y justo después reacciona a mi primer beso. Apoyo mis manos en sus hombros, cierro los ojos y respondo a su beso con un hormigueante cosquilleo en el estómago. Enredo mis dedos en su pelo y esbozo una rápida sonrisa ante sus palabras.

- Pues vívelo conmigo-propongo, antes de otro beso.

Sonreí y le pregunté:

-¿Qué dirías si te dijera que soy un vampiro y podría antes haberte mordido?

Le miré a los ojos esperando qué tipo de reacción tendría.

Mierda, Sally. En buena te has metido
¿Qué narices le digo ahora? Si le digo que no me hubiera importado, sabría que miento después de la extraña reacción que tuve antes; sin embargo, si le digo la verdad, quizá piense que estoy zumbada. Pero Leo me gusta de verdad...no creo que vaya a juzgarme por ser bruja...o eso espero.
Respiro profundamente, me incorporo y le clavo una mirada impenetrable.

- Leo, yo...sabía que no eras un vampiro, que no me harías daño. Puedo saberlo, es una de las ventajas de...ser bruja.

Bomba suelta, ahora toca correr y esperar que no te de la onda expansiva.

Comencé a reirme.

-Sabía que eras diferente, y qué también estabas algo majareta, ¿Pero tanto como yo? No me lo esperaba... Había dicho eso para comprobarlo, !Pero cómo van a existir los vampiros!, Sally de verdad vas para novelista. Ahora en serio, ¿De verdad eres bruja?

Por alguna extraña razón, me molesta su risa.
Dejo ver que me he enfadado cuando comienza a bromear, me cruzo de brazos aún sentada en la hierba y añoro los minutos de antes, cuando sólo existiamos los dos. ¡Maldita sea! ¿Por qué has sacado el dichoso tema de los vampiros? ¿No podías decir que eras el hijo secreto de Jhonny Deep? Se me llenan los ojos de lágrimas al pensar que puedo perderlo para siempre, que quizá he sido una idiota, pero me queda aún una jugada. Una sola.
Cojo una ramita del suelo, cierro los ojos y respiro hondo, y me concentro. Convoco mi Poder en la ramita, y consigo que prenda fuego.
Abro los ojos para mirar a Leo, sonriendo.

- Te agradezco que pienses que valgo como escritora...Pero no te he mentido. Y no me importa lo que digas, a mí me gustas, estés o no como una cabra.

Miro aquella ramita con los ojos como platos y pienso que me hubiera encantado haber tomado una foto de mi cara en el momento que encendió aquella llama, hubiera merecido la pena.

-Vaya... alucinante, nose qué decir... esto... ¿Te duele?

Comenté sin saber muy bien qué decir.

Me esperaba de todo.
Gritos, que hiciese alguna estúpida broma, que me preguntase si he visitado Salem...Pero no su cara. Ni siquiera había contado con que el increíble y rompecorazones Leo se quedase sin palabras. La tensión del momento me vence y estallo en carcajadas, tontas e infantiles.

- No...No me duele, sólo tengo que...no agotarme, y todo va bien.

Desvío un poco incómoda la mirada, y murmuro después de recuperar el aliento:

- Entonces, ¿te importa?

-No, la verdad es que no me importa, al revés me fascina. -Respondí cn una sonrisa.

-Pero quiero que sepas algo de mí... y es que... no quiero que tampoco te tomes en serio lo de antes, quiero decir... no quiero que tampoco te hagas ilusiones, porque cómo supongo que intuirás soy bastante rompecorazones y ahora mismo no estoy buscando una relación estable...

Dije con la mirada algo seria y triste mientras esperaba un tortazo o insultos hacia mí.

Intento hablar varias veces después de que se me desborde un torrente de sensaciones contradictorias, cada una de la cual me sugiere cosas opuestas. Le miro a la cara, armándome de valor, y sonrío como si no me importase lo que ocurre.

- Vale-admito, tratando de controlar la voz-, no te preocupes. Te entiendo y...no pasa nada. Somos amigos-esbozo una sonrisa falsa y me levanto.

Echo a andar con rapidez, obligándome a no gritar ni romper a llorar, pero tampoco a insultar o patearle. Control. Respira. Un pie, delante el otro y saldrás del bosque.

- Cuando quieras averiguar si hay vampiros, llámame-grito, antes de irme del bosque.

-Sally...-Dije intentándo sujetarla. No sabía cómo sentirme, creo que lo hubiera pasado peor si le hubiera estado mintiendo. Espero más adelante seguir hablando con ella... Por cierto...
¿Acaba de decir lo que yo creo que ha dicho? -Me dije a mí mismo.

Noto los intentos de Leo por reternme, pero me zafo de él y sigo sin mirar atrás, notandolas ganas de abofetearlo. Si iba a jugar conmigo, hubiese preferido que me dejara tirada con un pinchazo en la rueda.
Capto la extrañeza que le producen mis palabras, pero no me inmuto.

- Leo, no seas capullo...-ni siquera pienso lo que digo, y me arrepiento al segundo.

-Haber Sally, ¿Qué hubieras preferido?, ¿Qué empezara a salir contigo sin quererte? o ¿decírtelo antes de nada para no hacer más daño? , ¿sabes qué?
haz lo que quieras. Si quieres algo ya sabes dónde encontrarme.

Me giré y me encaminé al interior del bosque.

Después de escuchar sus palabras estoy segura de que he metido por completo la pata, y que probablemente he perdido su amistad para siempre. Le veo dar media vuelta y tomar la dirección contraria, hago de tripas corazón y le sigo. Es la única persona que me ha tratado bien, por muy capullo que sea.
Me detengo cerca de él, y antes de contenerme, me he puesto a chillar y a llorar:

- ¡Y yo qué sé! ¡He vivido dieciséis años en un piso que se caía a pedazos con mi bisabuela! ¡Todas las personas que formaban parte de mi vida se han muerto! ¿¡Cómo c****** quieres que tenga las cosas claras?!

Me doy la vuelta y la abrazo fuertemente dejando que lloresobre mí y lse susurro...

-Lo siento Sally..., de verdad..., pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para ayudarte, si quieres...

Me mantuve abrazándola.